Venía por Acoyte con la bici y me agarró el semáforo. Pese a que soy muy respestuoso de las normas de tránsito, me dio fiaca frenar porque ya estaba a muy pocos metros de la esquina, así que crucé igual. Pasé por al lado de un pelado con bigote, que llevaba a su hija de la mano. Cuando estuve al lado de él, me pegó con el Clarín en el hombro. '¿Qué hacés?', me preguntó, retórico, mientras me daba con el diario doblado
'¿Qué hacés, pelado puto?', atiné a responder, mirando hacia atrás, en un gesto técnico que podría ser repudiado por toda asociación de ciclistas. Mientras seguía pedaleando, vi que el pelado se plantó en el medio de la calle como para pelear. Me dijo algo a lo lejos, pero no llegué a escucharlo. 'Mirá lo que hacés con tu hija de la mano', le grité, aleccionador. Todavía me reprocho haber elegido una frase tan larga. Lo más probable es que no me haya escuchado. Debería haber optado por otro insulto descalificador y que tuviera como eje algún defecto físico
domingo, marzo 11, 2007
El justiciero del diario
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