jueves, marzo 29, 2012

Minino

Hace tres semanas subí a la terraza mientras hablaba por celular con mi vieja. No supe de dónde salió, pero sin darme cuenta tenía un gatito, bastante cachorro, frotándose contra mi pierna. 'Te tengo que cortar que apareció un gato', dije. Para esa altura, el gatito, negro, bigotes blancos, una mancha blanca en el pecho, estaba panza arriba, esperando mimos. Le hice un par y empezó a hacer ruiditos de cariño. Mejor no podía empezar la relación. Se entretuvo un rato corriendo por la terraza, mirando dentro de cada maceta. Todo recorrido que hacía incluía una paradita al lado mío para más mimos. Perez se había ido a la panadería. Ella quería, hace años, que tuviéramos un gato. No había demasiado tiempo para tomar la decisión. Lo subía a la terraza del vecino y olvidaba esa incipiente amistad o lo dejaba seguir corriendo por todos lados. Para esa altura, la decisión ya se había tomado sola. Cuando llegó Perez, yo tenía una ramita en la mano, se la pasaba cerca al gato, que movía su pata intentando agarrarla

Se quedó todo el día en casa y durmió en la terraza (le pusimos una frazada en un canasto de mimbre pero no le copó mucho). Volvió al día siguiente y se durmió una larga siesta arriba de la cama. Le compramos piedritas y comida. Parecía ser de la calle porque no respondía al ruido de la bolsita de alimento, cuando otros gatos se descontrolan con ese sonido, y no cagaba en las piedritas. Eso sí: mantenía su sed de mimos y juegos. Le pusimos Conga, porque pensábamos que era mujer. Al tercer día consecutivo que estuvo en casa, lo llevamos al veterinario en una mochila, nos enteramos que era Congo, lo vacunamos y recibimos millones de consejos. Al día siguiente no lo vimos, a la tarde nos tocó el portero eléctrico una vecina de la cuadra y nos preguntó si habíamos visto un gato chiquito, negro, que no lo veía hacía tres días. Averiguamos un poco y Congo se había pasado la jornada entera en lo de otro vecino. Qué gato prostituto. Fuimos a la casa de la vecina, le contamos que estaba yendo de casa en casa y también confesamos que lo habíamos vacunado. Ella, con un batón largo y el pelo medio revuelto, parecía una hippie entrada en años: venía de pasar una temporada en Córdoba y al gato le había puesto Om (un nombre unisex). Finalmente, ella lo deja suelto y él nos viene a visitar casi todos los días. Cuando viene a casa le seguimos diciendo Congo. Creció mucho en estas semanas y ya no parece cachorro. Tener un gato de visita me parece mucho mejor que tener un gato

jueves, marzo 22, 2012

Luto

Pinché la rueda de atrás de la bici cuando iba por Córdoba y Thames, más o menos. Unas cuadras antes ya venía tironeando, no entendía qué pasaba hasta que la explosión de la cámara me dejó a pie. No quedó otra que empezar a caminar con la bici a cuestas. Fui a una bicicletería que está por Godoy Cruz: los lunes no abría. Seguí camino hasta ésa que está en una esquina, creo que es Carranza, sobre Córdoba, pero estaban de vacaciones. 'De esto sólo me salva Busatto', pensé. Busatto es una bicicletería familiar que está hace más de 40 años en Colegiales y en la que laburan tres generaciones de Busatto ao vivo. Las paredes están empapeladas con recortes de diarios y revistas con los triunfos de Busatto alrededor del mundo, siempre elegante sobre la bici. Hay vitrinas con trofeos, bicis nuevas, poca luz y mucha mística

Mientras esperaba que me cambiaran la goma y la cámara, noté que distintos clientes se acercaban a la dueña, le daban un beso y el pésame. Ella estaba vestida de negro. Empecé a sospechar que don Busatto la había quedado. Presté más atención y, efectivamente, nos había dejado una semana atrás. 'Esa enfermedad de porquería', suspiró doña Busatto, mientras cobraba un parche. Busatto Jr, junto a su mujer y su hija, seguían trabajando pero a ella se la veía más afectada. Entró un petiso de pelo duro con un bolso gigante en el hombro. Tenía un racimo de biromes azules en la mano. 'Hoy no hace falta', dijo la señora Busatto, mientras el tipo  acomodaba el bolso al lado del mostrador. 'No le vine a vender hoy, vine a saludarla', dijo. Se instaló durante 10 minutos, contó sobre la enfermedad que sufrió su madre, le recomendó que lea libros de noche, para distraerse, ella le dijo que ese era el peor horario, se abrazaron, él sacó del bolso un diario de Mercedes y se lo regaló

La nuera de Busatto tardó un poco en hacerme el arreglo y pasé como 40 minutos en el local. Fue como estar en el living de su casa, o en el patio. Busatto Jr. retaba a su hija por no limpiar una bici que estaba en vidriera, la señora leía en voz alto los títulos del diario mercedino que le llamaban la atención (habían robado en un cementerio), por teléfono llegaban más saludos. Antes de irme, dije el primer 'lo siento mucho' de mi vida, pero la verdad que así fue

Autobombo

Acá pueden leer mi nota para el suplemento No sobre el Colectivo de Hijos

domingo, marzo 11, 2012

Sensible de oído


Estoy en Buenos Aires hace un mes luego de casi un año en Alemania. Se imaginarán que después de todo ese tiempo de estar rodeado distintos idiomas, de los que entendía entre poco y nada, estoy hiper sensible a lo que escucho por todos lados. Es como si se me hubiese destapado el oído. Y no paro de escuchar todo, en todos lados. Aún más que siempre

La bienvenida me la dio un volantero que me dijo 'servite, maestro'. Una frase tan simple, tan cotidiana, me hizo cagar de risa. Me acordé de los holandeses, franceses o alemanes que conocí en este tiempo y que estudiaron español. No creo que conozcan esa expresión. Hoy, cuando estacioné en la Plaza Belgrano, el gamuceiro me preguntó "¿Te interesa aprovechar para un lavado?". La estructura de la frase, tan de emplado de Mc Donald's, me llamó la atención. También me sorprendió la forma, entre simpática y formativa, con la que me habló el oficial del Tránsito cuando me detuvo en el Barrio Chino. Él me dio la indicación de avanzar, pero cuando lo hice un peatón se tiró a la calle y yo lo esquivé. En lugar de aleccionarlo a él, me explicó que la prioridad siempre la tiene el peatón de la misma forma en que lo hubiese hecho Topa. Me habló sobre la conciencia al manejar

El oído al pasar de la semana, se lo queda el señor que a la salida de 'Novias, madrinas, 15 años' dijo: hay que tener muchos huevos para venir a ver esto'



Nota: todos los que somos hijos del dueño deberíamos ver esta peli