viernes, enero 05, 2007

Es un orgullo vestir esta camiseta

El mundo de las noticias está plagado de lugares comunes y de reiteraciones que, como tales, regresan, inevitablemente, todos los años. Por ejemplo, el aumento del pescado antes de Semana Santa, los muertos en la calle después del festejo de algún pueblo por algún campeonato, los primeros niños que nacen en cada año, los ganadores y perdedores de cada elección que se realiza, los anuarios a fin de cada diciembre, el análisis de los primeros 100 días de cada presidente, los análisis de los precios antes del comienzo de las clases, los bochados para el ingreso de alguna facultad (en general, de Medicina), y el etcétera es tan largo como aburrido (y eso que hablamos sólo de noticias y no de roles que se renuevan constanemente, como 'el artista innovador', 'el cantante sensible', 'el gatone', 'el argentino que triunfa por el mundo', 'el gatone recuperado', 'el drogadicto perdido')

Dentro de ese mundo plagado de replays, está inserto el Planeta Fútbol, que está muy bien cubierto por su propia fauna: los periodistas deportivos. Ahora que hay miles de programas deportivos, miles de estudiantes de periodismo deportivos e infinidad de millones girando alrededor de los deportes, especialmente del fútbol, se realizan distintos rituales que suponen que a alguien le interesan. Por ejemplo, la presentación de cada jugador que llega a algún club

No importa que sea un arquero suplente el que fue adquirido a préstamo por Boca o un delantero proveniente de Jujuy el que arriba a Vélez: a todos se los presenta como si fuera un hecho importante. El ritual siempre se da de la siguiente forma: entra el jugador a la sala de prensa, le sacan fotos con el escudo de fondo, se sienta en la mesa. Habla el presidente del club y dice que es un honor contar con un jugador de sus condiciones y que espera que haga historia con esa camiseta. Todos apluaden. El jugador toma la palabra. Dice que es un orgullo vestir esa camiseta. Que apenas puso un pie en el club, se dio cuenta de lo grande que era. A la gente le promete esfuerzo, dejar hasta la última gota de sudor en el campo. Confiesa que era hincha de ese club desde chico o bien que soñaba con jugar con esa camiseta hace años. Luego no promete ser campeón, pero sí matarse por ese objetivo. Para esa altura, la emoción embarga a todos y llega el momento cumbre: la foto con la nueva camiseta

En el mejor de los casos, la camiseta ya tiene un número y el nombre impreso. A veces, sólo tiene impreso el nombre (como Gago). En el peor de los escenarios, sólo posan con el frente de la camiseta. Luego de las fotos, el ritual ya está cumplido. Los periodistas anuncian que el futbolista fue presentado, los diarios vuelven a publicar esa foto si algún día el jugador pasa al equipo archi rival y los jugadores vuelven a decir lo mismo el día siguiente, en el entrenamiento, que también es cubierto por el mismo periodista que el día anterior

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