domingo, diciembre 17, 2006

Escuchando al maestro

A mi me gusta Sandro porque le gusta a mi Tía Eli. Esa es la verdad. Cuando lo escucho, lo veo por la tele o leo alguna entrevista, me siento cerca de mi Tía Eli y me dan ganas de llamarla. Algunas de sus canciones me parece que están muy buenas (Trigal, Ave de paso), otras bizarras y muchas más, directamente, me resultan inescuchables, sobre todos los más 'melódicos'. Por sobre su figura artística, valoro la figura que él ocupó durante años para mi Tía Eli. Digo 'durante años' porque ahora a ella no le gusta más. 'Se puso viejo choto, ahora me gusta Cacho Castaña', dice, como si Cacho de Buenos Aires fuera un sub 20

Más allá de que ya no le guste tanto, durante años Eli fue fana de Sandro. Para graficar el nivel de fanatismo, alcanzará con mencionar que en su living no había fotos de sus hijos, ni de su boda, ni de sus seres más queridos: los portarretratos llevaban únicamente la imagen de El Gitano

Como homenaje a este ídolo argentino que, como tal, siempre está a punto de dejarnos (Charly y Diego también se manejan en ese plano), pero también como homenaje a mi Tía Eli, acá van algunos fragmentos de una entrevista a Roberto Sánche< que publicó Página 12 y que me pareció bastante interesante

'Humildemente, tal vez con este último disco esté ayudando a quienes nunca leyeron una poesía a acercarse a ese género e indagar en otros autores mucho mejores que yo. Te doy un ejemplo: 'Mi amigo el puma'. Hice esa letra en la sala de maquillaje de Canal 13, un día en que se grababa un especial para toda América. La música estaba hecha pero faltaba la letra. Entonces, la escribí mientras me maquillaban. Llamé a los asistentes y les pedí que me la transcribieran a unos cartones grandes, para poder leerla mientras cantaba. Cuando subo al escenario, las nenas se ponen locas, hacen una avalancha sobre las cámaras y los cartones se van al diablo. Así que empecé a sanatear, estaba desesperado, simulaba que el micrófono no andaba. Fijate que ese tema vendió, sólo en México, un millón de discos'.

– ¿Y en el escenario cuánto hay de Roberto?
– A veces ambos se fusionan. No por nada está el atorrante de barrio. Yo me crié en la calle. Ahí aparece el Robertito: el pícaro, el que hace reír a todos contando historias de los ‘60, de los ‘50. Yo salía con una chica que me decía “Roberto, ¿sabés por qué me gustás vos? Porque llevás el esmoquin como si fuera un blue jean y el blue jean como si fuera un esmoquin”.

– Tu actuación en el Madison Square Garden fue a comienzos de los '70. A partir de ese hecho se esperaba el 'Sandro de América' más allá del continente, con repercusión mundial. Eso no pasó.
– Porque no me interesaban los contratos. Los gringos no son tontos: me ofrecieron un acuerdo por 10 años en las mismas condiciones en las que firma Julio Iglesias. Y yo no me lo puedo bancar. Tenía que estar a disposición cada vez que al sello se le ocurriese, para cantar en cualquier lugar del mundo promocionando un disco nuevo. Dejar mi país, mi gente. ¿Para qué? Para pasar a ser un títere de ellos. Yo me conozco, soy muy rebelde y no iba a poder con eso. Jamás me arrepentí. Al contrario, creo que esa decisión me permitió vivir, tener parejas, ser feliz. También sufrir mucho. Pero en el balance fue una determinación maravillosa.

Como yapa, dejo el link de la sección 'Tu foto con Sandro', de la página A todo Sandro

No hay comentarios.: