viernes, abril 16, 2010

Racha

En los últimos tres días debí responder, una vez más, distintas preguntas de desconocidos. Harto de indicar dónde quedan las calles, hoy intenté no mirar a nadie a los ojos, así, supuse, que no me iban a hablar. Sin embargo, un colorado en el correo me preguntó si me conocía y si había ido a un club al que, efectivamente, fui durante años. Me preguntó mi apellido y me dijo que se acordaba de mi. Me quiero descolgar de la cara el cartel de 'hábleme' pero no lo encuentro

2 comentarios:

Malhumoretti y Neptuno dijo...

desetiquetate

El Vasco dijo...

Es el precio de la fama.
Y yo también soy colorado.
Cuidado. Somos la amenaza no silenciosa.