jueves, junio 26, 2008

Arriba, argentinos

Para apoyar mi emprendimiento de vender casets en el Parque Rivadavia (¡cómo nunca escribí al respecto!), mi viejo en el 94 me regaló un equipo de música que, para la época, era buenísimo. Entre otras funciones revolucionarias, como el random o la velocidad rápida para la doble casetera, permitía programar a qué hora debía prenderse y, ya que estaba, yo elegía con qué canción

Desde entonces, me vengo despertando con música, ya sea un CD o la radio. Tuve mis épocas de probar despertarme a todo rock o, por el contrario, con música muy tranqui (eso mucho no funcionaba porque no lograba despertarme). Con las radios también voy variando. Me provoca una risa ideal para abrir los ojos arrancar con algún hit latino de FM Vale o con algunos locutores absolutamente desconocidos de radios menores, como La Tribu o FM Palermo. Este año atravesé una época en la que me despertaba con FM Jai, pero era demasiado, me sentía en un casamiento

La semana pasada, el corte de luz que me afectó durante algunas horas se cobró como víctima al equipo que me venía despertando (que no es el mismo que me regaló mi viejo). No sé qué le pasó, no creo que se haya quemado, pero no anda más. Mientras aplico la lógica que casi siempre aplico a los electrodomésticos (está descansando, ya volverá a funcionar), me las estoy arreglando con el celular, aunque no me gusta mucho el ruido de su alarma. Seguiré con esta técnica hasta que el equipo vuelva a dar señales vitales. No pienso negociar mi principio de jamás despertarme con la tele, que siempre me pareció muy invasiva como despertador. Tanta luz, tanto ruido, me pondría de pésimo humor. A lo sumo, cuando haga el duelo me compro un radiodespertador, como el que se autoregaló Willito, para volver a escuchar la radio desde la cama

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