Sigo con el raconto de los libros que leí en este verano que, por suerte, me gustaron todos. El único que volví a abandonar es 'El lobo estepario', no sé porqué no puedo entrarle. Intentaré en algún otro momento
'Fuimos soldados', de Marcelo Larraquy: hacía mucho que no leía un libro escrito por un periodista porque me había cansado de esas investigaciones que no aportan demasiado, como los libros de Lejtman. Sin embargo, 'Fuimos soldados' me tuvo en vilo durante dos días, en los que lo leí (con los pies en remojo en el arroyo de Córdoba). El libro gira alrededor de la contraofensiva que ideó Montoneros para poner en jaque a la última dictadura militar. Sin intención de ponerse a sí mismo en primer plano y con una investigación que se nota que fue bastante profunda, Larraquy logró un reflejo muy claro de cómo se vivía (y se moría) en esa época. Lo recomiendo fervientemente
'La invención de Morel', de Adolfo Bioy Casares: hacía años que quería leer este clásico de la literatura argentina y la verdad es que no me defraudó. Si bien me costó entrar un poco en el ritmo del relato, me fue cautivando de a poco y lo terminé antes de darme cuenta. El clima de intriga es genial
'Cómo desaparecer completamente', de Mariana Enríquez: durante todo el verano fui adicto a las mesas de saldos de la avenida Corrientes. Creo que todavía no me recuperé de ese nuevo vicio. Este libro lo compré de esa forma y lo leí en dos días. Cuenta una historia muy deprimente: el protagonista vive en un barrio súper carenciado, su viejo lo violó cuando era chico, su vieja es depresiva y evangelista (un nuevo caso del huevo y la gallina), su hermana se quiso suicidar y quedó minúsvalida, a su sobrino nadie le da bola, a su cuñado lo mataron en el barrio y tiene un hermano que se fue a vivir a España. Entre tanta tristeza, el chico encuentra una oportunidad para salvarse y, lógicamente, se aferra a ella. El otro día pensaba que el libro era demasiado bajón, cuando justo subió una de las chicas quemadas al subte y me di cuenta de que debe haber miles de historias aún peores. Si bien creía que el libro no me estaba encantando, tampoco podía parar de leerlo, lo que puede ser tomado como una contradicción. O no
'Cae la noche tropical', de Manuel Puig: luego de abandonar 'El lobo estepario' (y también otro libro que ahora no recuerdo), decidí ir a lo seguro y comprar un nuevo libro de Puig. En este caso, las protagonistas son dos hermanas muy mayores que vuelven a convivir después de muchos años. A una de ellas el aire de Río de Janeiro parece rejuvenecerla y decide quedarse a vivir en Brasil, para el horror de su familia en Buenos Aires, que intenta traerla de vuelta. Los diálogos entre las dos hermanas son muy tiernos y hasta te resultan familiares. Un fragmento a modo de ejemplo: "Esa costumbre nosotros la heredamos de España. Ellos se pasan la vida conversando, yo no me explico cómo ese país progresó tanto, si lo único que hacen es charlar"
'La mujer de mi vida', de Carla Guelfenbein: cuando me faltaba muy poco para terminar este libro, descubrí que había caído en las trampas de un best seller: una historia de amor, con cierta intriga, que no me hubiese tenido tan en vilo si hubiese prestado más atención al título. La verdad es que está bien contado, por momentos te atrapa y cuando te suelta te das cuenta de que la trama era medio boludita, pero estuvo buena
lunes, febrero 26, 2007
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