¿Hay algo más jueguetón que la víspera de un fin de semana largo? Cuando el jueves está promediando, uno empieza a sentir una vibración en el pecho como si fuera viernes
Y al viernes ya llegamos con miles de planes para sábado, domingo y lunes. Dormir, ver gente, hacer asados, ir a la cancha, instalar algo en casa, ir a recitales, al cine, jugar con sobrinos, hacer compras, ordenar, reencontrarse con amigos. En tres días parece haber tiempo para todo lo que venimos postergando hace meses. Pero no importa: el fin de semana largo es un espejismo hermoso, en el que intentamos depositar un montón de cosas aún sabiendo que no van a caber. Y lo mejor es no preocuparse si no llegamos a concretar ni un dos por ciento de las cosas que habíamos anotado mentalmente
viernes, octubre 07, 2005
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