miércoles, octubre 26, 2005

La calentura de la rutina

La sensación que se vive durante los primeros días de un nuevo trabajo es bastante excitante. Uno pretende estar en todos los detalles: el peinado, la ropa, el aliento, llegar temprano, saludar a todos, ser simpático, no ser torpe, no comer como una bestia enjaulada delante de los nuevos compañeros

Pero, seamos sinceros, los sentidos están puestos principalmente en ver qué tan apetecibles están las personas del sexo opuesto (o del mismo sexo, según el gusto del lector). Sin que quede en evidencia el jeropa que todos llevamos dentro, intentamos memorizar dónde trabaja cada persona que nos gustó, su nombre, sus medidas, sus gustos y hacemos todo lo posible por mostrar nuestro lado más amable. Sacamos a la luz aquellas gracias que sabemos que nos hacen quedar bien, contamos nuestras anécdotas preferidas y sentimos que lo mejor está por venir

Inevitablemente, el tiempo y la rutina tienden a hacer olvidar esa primera impresión y se acortan las distancias del ránking que se fue armando en esos primeros días. Quizás la chica que nos pareció tan linda durante la primera semana por momentos nos parece una idiota y llegamos a odiarla. Y aquella rellenita a la que prejuiciosamente no le prestamos atención de golpe aparece con una musculosa que no deja lugar a la imaginación. O esa que habíamos tildado de amarga irrumpe con una mini que nos obliga a reveer nuestra inmadura posición. El ránking sufre modificaciones constantemente y hay que saber cambiar a tiempo

Voy a ser más claro todavía: creo que a uno le terminan gustando casi todas las personas de su trabajo. Al menos por un día. Al menos por un rato. Es sólo cuestión de tiempo. Estoy hablando de la calentura que genera la rutina. Voy a dar dos ejemplos. Hace cuatro años tuve un trabajo con mis amigos Leo Carioca y García en el que había gran cantidad de chicas. Lógicamente después de la primera jornada laboral, mi amigo Fede me preguntó si me había gustado alguna chica. 'Todavía no, pero en dos meses voy a estar enamorado de todas'. Y así fue. Todavía creo que fue la oficina en la que mejor nivel de chicas hubo. Pero fue necesario el paso del tiempo para descubrirlo

Al mismo Fede cuando entré a otro trabajo le pedí por msn: 'en un mes haceme acordar que esta chica no está buena' porque ya tenía claro que en cualquier momento me podía encontrar haciéndome el lindo con alguien que no lo ameritaba

El momento en el que nos gusta alguien por primera vez puede llegar en cualquier instante. Una prenda que muestra algo que permanecía oculto, un comentario que deja ver algo que no nos imaginábamos, la manera en que le habló al jefe, una risa, un gesto, todo puede sumar millas con tal de matar la abulia oficinesca

Ese vértigo emocional, esas cosquillas al descubrir algo nuevo de alguien, esa desilusión que te llevás con alguien, es uno de los puntos más débiles de esta vida teletrabajadora que llevo hace más de un año

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