La escena se repite a lo largo de mi vida, creo que también en la de muchos.
Estoy durmiendo plácidamente, quizás también estoy soñando, hasta que suena el teléfono. Atiendo, como puedo. Del otro lado, alguien pregunta "¿estabas durmiendo?". Es obvio que estaba durmiendo, sino no tendría esa voz de muerto. Sin embargo, uno lo niega sistemáticamente y dice "no, para nada".
¿Por qué no aceptamos que nos despiertan? ¿Acaso es mala educación? ¿Nos importa que el otro se sienta mal porque nos despertó? Hace ya un tiempo que decidí confesar que sí, que estoy durmiendo. Y hablemos después, que pocas cosas son más importantes que dormir.
Sin embargo, algo que todavía no pude cambiar es preguntar quién habla, cuando no reconozco la voz. Eso sí que me da vergüenza. He llegado a mantener charlas enteras sin tener la menor idea de quién estaba hablando.
Por ejemplo, eso me pasa mucho en los cumpleaños. Atiendo y escucho un "feliz cumpleaños, hijo de puta". Y quizás no tengo ni una pista de quién es el que me está puteando, pero me da calor preguntarlo. Así que prefiero contestar "¡gracias, hijo de puta! ¿Vos cómo andás?
miércoles, septiembre 07, 2005
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