¿Es inmaduro reírse de los apellidos graciosos?

Esta es una pregunta a la que no le encuentro respuesta, pero que no puedo evitar hacerme cada vez que escucho un apellido gracioso.

Desde que tengo memoria, hay apellidos que me dan risa. Por ejemplo, el de la inmobiliaria que 'Bergadá'. O Marcela Baños, la conductora del programa de bailanta.

Analizándolo friamente, me doy cuenta que se trata solamente de un apellido que hace referencia a otra cosa y que no tendría porqué darme risa. ¿Pero cómo aguantarme la risa ante un 'Tuculet' (persona que, juro, conocí). También me dio risa un abogado que se llamaba Chorro y, para no ser tan obvio, se lo cambió por Charro. Yo hubiese elegido Churro, sin dudas.

Es una pena (¡inmaduro!) que ahora se me ocurran apellidos tan escatológicos, pero también me dan risa aquellos que suenan a adjetivos, como Migliónico, el ex jugador de Colón. Siempre pensé que migliónico podría ser un adjetivo calificativo de algo sorprendentemente groso.