Hoy se estrenó en Buenos Aires una peli que tuve la suerte de ver y me gustaría recomendar. Se llama 'Mondovino' y es un documental que reflexiona sobre la globalización, tomando al vino como eje central
Su director, Jonathan Nossiter, fue sommelier durante unos cuantos años y conoce bastante sobre el tema. Con su cámara (él mismo filma), paseó por distintos pueblos del mundo en los que retrató el modo de producción de varios artesanos del vino y también la codicia de grandes productores. A diferencia de Michael Moore ('Bowling for Columbine') o Morgan Spurlock ('Super Size Me'), Nossiter no anda con el dedo en alto, aleccionando a los fabricantes de vino. Su tono es muy tranqui y su manejo de las entrevistas es genial
'Mondovino' logra ser un film con un rotundo mensaje político, sin perder el sentido del humor y dando un panorama bastante claro del tema que toca. También me resultó muy interesante el rescate que hace de los valores propios y de las tradiciones. Por último, las mascotas de los entrevistados, sobre todo los perros, tienen mucho protagonismo. A modo de ejemplo, los perros bulldog de un crítico de vino están asegurados en un millón de dólares, mientras que un indio de Cafayate le puso de nombre 'Marthin Luther King' a su perro simplemente "porque es negro"
En exclusiva para Bien Ahí, acá va un fragmento de la entrevista telefónica que le hice al director la semana pasada (no lo edité, así que está tal cual lo dijo el tipo, en su portuñol tan simpático).
¿Qué valores encontrás en el vino y en su cultivo? (¡una pregunta jugada y original!)
Creo que el vino es el placer de la amistad. Tengo el recuerdo de haber probado un blanco hecho por una cooperativa de Tucumán que lo tomé en un restaurante en Buenos Aires. Me lo sirvieron sin botella y costó menos de dos pesos, nadie sabía con qué uvas lo habían hecho pero era tan lindo, tan complejo, tan original, tan oxidado y me acuerdo el placer que nos dio compartirlo junto a quienes estábamos en esa mesa. Tanto me gustó ese vino sin etiqueta ni botella propia, que pedí que me sirvieran un poco más, para mostrárselo a mis amigos sommeliers que viven en Estados Unidos. Me lo sirvieron en una botella de agua mineral San Francisco y lo llevé a Nueva York. Hice degustaciones a ciegas con varios sommeliers, que quedaron encantados pese a que no sabían de dónde venía ese vino. Cuando revelé la botella de agua mineral, nadie lo podía creer. Hasta el día de hoy guardo esa botella como recuerdo. El placer de traer un poquito de la cultura argentina hasta Nueva York es maravilloso. Las personas que probaron ese vino están acostumbradas a otros muy prestigiosos, pero quedaron sorprendidos con el sabor de ese vino. Ninguna obra de arte puede ser compartida con amigos como una botella de vino.
Más de 'Mondovino' en su página oficial, La Nación, Radar y Clarín
jueves, agosto 03, 2006
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