El otro día fui a visitar a un amigo que vive a pocos metros de unos fichines en los que invertí muchas horas de mi adolescencia. Me dieron ganas de ir a comprar un par de fichas y jugar al flipper de Los Locos Adams, porque hacía varios años que no le jugaba. Y así lo hice
Iba pensando en el multiball, el jackpot y en el Tío Cosa, cuando llegué a la puerta del local y me encontré con que se había transformado en un todo por dos pesos. Me puso muy triste la imagen. Era uno de los pocos fichines de barrio que quedaba en pie. Era uno de los pocos que le daban batalla a los cyber. Y rápidamente me di cuenta de que ya había quedado en el pasado la era de los fichines ('video games', para los más políglotas). Y no es por ponerme melancólico, pero la verdad es que el ambiente de los fichines no se puede comparar con el que se respira en los cyber
En los fichines uno se podía encontrar con gente muy distinta y había que aprender a lidiar con todos. Desde el que se ofrecía para ganarte una pantalla con la hermosa frase '¿querés que te lo gane?', hasta los que te mangueaban guita. También estaban los más grandes, casi siempre jugando al pool. Los más grandes emanaban un sentimiento que cruzaba el misterio, miedo con el respeto, algo similar a lo que se siente en primer año con los de cuarto. La fonola tenía un lugar importante y la catarata esa de monedas era una trampa caza nabos de la que había que mantenerse lejos
En los fichines se encontraba la fauna del barrio. Quizás después te los cruzabas por ahí y no los saludabas, pero sabías que lo conocías de los fichines. Cerca de mi casa había dos que eran muy distintos entre sí: el Sacoa de Santa Fé y Coronel Díaz, con las máquinas más modernas y los flippers más novedosos y, por otro lado, el de Canning y Charcas, en donde todo era un poco más viejo
También pasé muchas muchas horas en el Play Land de Canning y Corrientes. Sobre todo, en la época en la que fui cadete por esa zona. Antes y después de cada trámite pasaba a jugar alguna fichita. Me acuerdo que había un petiso que jugaba al Virtua Soccer y siempre me desafiaba, pero yo me negaba a jugar contra él porque sabía que me iba a pasar el trapo. En uno de sus brazos tenía un tatuaje que decía 'Enano'
Jamás fui a jugar a un cyber y los pocos ratos que allí pasé fueron muy deprimentes. El fantasma de los jeropas viendo porno le dan una pátina muy sospechosa a todos los teclados y los pendejos jugando en red pueden ser insoportables. Cada uno está frente al monitor con sus auriculares gigantes, mientras el cajero chatea por msn. No quiero decir que todo tiempo pasado fue mejor ni que los fichines fueron el punto de encuentro de toda una generación. Simplemente, quiero jugar al Locos Adams o al World Cup y no encuentro dónde hacerlo
domingo, mayo 07, 2006
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1 comentario:
Es cierto... los cyber tienen en general una pátina medio turbia.
Nunca jugué juegos en red, pero el emulador de juegos de arcade (a.k.a. fichines) es un recurso al que apelo de vez en cuando, si me pintan las ganas de jugar a algo.
Abrazo
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