
La polémica estalló anoche, cuando retiré del ténder (creo que es la primera vez que escribo esa palabra) la ropa que había colgado pocos días antes. Varias prendas aparecieron manchadas y no hace falta ser estudiante de Detectivismo para acusarla de ese desastre. Obviamente, la paloma ya no me cae tan simpática como hasta ayer
¿Qué hago con ella, queridos lectores? ¿La espanto cada vez que se acerque a mi balcón? ¿Debo destruir su nido a piedrazos? ¿Debo convivir con ella y empezar a colgar mi ropa en el lavadero, tal como indica el reglamento del consorcio?
4 comentarios:
es el destino que quiere que tengas una mascota, jose.
en verano con la ventana abierta se te va a meter todo el tiempo y puede comer miguitas de biscochuelo de la mesa. una escena sumamente tierna.
sino conseguite te un gato!
Un espantapàjaros mi querido Watson!
Aire Comprimido. Y puntería.
Preguntale a ella qué quiere...Jejeje
A mi me caen bien las palomas; se que soy una de esas pocas personas.
Por ejemplo, me divierte muchísimo estar en una plaza y tirarles miguitas y ver como los gorriones siempre pero siempre les ganan.
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