miércoles, marzo 26, 2008

Acerca del cacerolazo

Al atardecer se me terminan las ganas de trabajar, así que me pongo a ver tele. En un canal de noticias veo que hay quilombo en el campo y en otro leo que 'se espera la palabra de la Presidenta'. Sigo el zapping y me quedo mirando un rato a San Lorenzo, que jugó horrible contra un equipo boliviano que debe haber batido el récord de cantidad de propagandas en una camiseta. Al rato vuelvo a los canales de noticias y la veo a Cristina muy caliente. Me llama la atención su nivel de oratoria, su énfasis, cómo acentúa. El videograph resalta la misma frase que resaltaría cualquiera y que, seguramente, la perseguirá un buen tiempo, la del piquete de la abundancia. Pienso 'esta es una quilombera' y sigo con el zapping. Veo un rato de Pettinato y vuelvo al partido, que me parece más entretenido

Llama mi vieja. Son cerca de las 20.30. Me pregunta cómo ando. ¿Qué le voy a decir? ¿Que estoy viendo a San Lorenzo, siendo yo de River? Siento que no lo va a entender, así que le digo que ando bien. Me pregunta si en mi barrio hay cacerolazo. La pregunta me suena un poco atemporal. Pienso si mi vieja estará fumando. Le digo que no hay cacerolazo. Ella me cuenta que por su casa hay manifestaciones y me corta porque la llaman por el celular

Pongo Crónica TV, que se adjudica haber dado el anticipo de la noticia del cacerolazo. Salgo con la bici a encontrarme con amigos. En el corto camino a Villa Crespo escucho el ruido de algunas cacerolas. Cuando llego, le pregunto al portero si sabe qué pasa. Me dice que no sabe. Le pregunto si sabe si hay un cacerolazo por la zona y me dice que no tiene la menor idea, que escuchó la radio todo el día, pero no dijeron nada, y que también leyó el diario, pero no se enteró del llamado a un cacerolazo. Le cuento que la medida es espontánea. El me dice que pensaba que el ruido era de la murga de la vuelta. Se ve que no sabe que las murgas no ensayan mucho tan poco tiempo después de carnaval

Al rato llega una amiga quejándose porque los manifestantes espontáneos la hicieron demorar y también se queja de los del campo porque tiraron la leche que todavía servía. Otro amigo llega cinco minutos después y dice que tocó la bocina, sumándose a una protesta, pero confiesa que no tenía idea de qué era el reclamo. En pocos minutos, siento que somos un resumen del país: uno que cree que los reclamos son una murga, otra que se queja de la clase media, otro que se suma al reclamo que desconoce y yo, que intento ver más de lo que puedo, entender y después escribirlo, porque sino siento que entiendo aún menos y que hoy no me duermo más

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