Hay días en los que no puedo soportar viajar en transporte público. No tanto por el amontonamiento, las malas condiciones o las caras de la gente, sino por la tremenda curiosidad que me da cuando veo a alguien escribiendo un mensaje de texto. Ya lo he dicho el año pasado, pero no temo repetirme en este tema
Hoy hubiese dado todo con tal de leer todos los mensajitos que se estaban escribiendo en el mismo momento en el 109. A la chica que iba parada adelante mío intenté leerle los dos que escribió y no pude. Evidentemente no fui muy sigiloso porque en ambas oportunidades me miró como diciendo '¿qué mirás, pedazo de pancho?'
Actualización de curiosidad: hoy volví a morir de curiosidad cuando llegué a la puerta de mi edificio y vi a una trabajadora social hablando por el portero eléctrico con una vecina. Como la mina no se dio cuenta de que estaba, me quedé atrás suyo escuchando su explicación e intentando adivinar quién era mi vecina. Con todo mi sigilosismo, no tengo ni siquiera una teoría de quién se trataba
martes, mayo 29, 2007
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