Como ya hemos dicho en otras oportunidades, las vacaciones arrancan cuando uno comienza a buscar el bolso y, luego, empieza a llamar a distintos amigos para preguntarles si ellos tienen nuestros bolsos o mochilas de mochileros (qué linda redundancia es esa: mochila de mochilero)
Los sentidos se agudizan en las vacaciones. Uno está mucho más cerca de ser quien en realidad es y no ese manojo de nervios, angustias, apuro y desencanto que suele ser durante el año. Uno percibe todo de un modo mucho más sutil en las vacaciones. Inclusive, hay tiempo y ganas de oler cosas. O, al menos, los olores te llaman la atención. Aquí, una pequeña lista de olores de vacaciones:
1) La remera con olor protector solar (qué lindo es volver a ponerse esa remera, ya de regreso en la ciudad, es como volver a estar de vacaciones durante ese instante en el que la remera se desliza desde la nariz hasta el cuello)
2) El olor del micro antes de que arranque (los micros tienen su propio olor, luego se distorsiona con el de cada pasajero, su correspondiente vianda, el baño y un largo y desagradable etcétera)
3) El olor del mar
4) El olor de los árboles con los que no estamos en contacto habitualmente
5) El olor a la comida típica del lugar, que, lógicamente, no es la misma a la que estamos acostumbrados a oler
6) El olor que tiene la casa que vamos a alquilar (o no) cuando entramos por primera vez
7) El olor de la carpa ('pero qué asco', diría Jay Sherman)
8) El olor que sale del bolso cuando volvemos
9) El olor a bolso que le queda a la ropa que no salió del bolso
Nota: no agrego ninguna más sólo para evitar el lugar común de hacer un top ten
miércoles, noviembre 29, 2006
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