Como Eric en la pileta

En una reunión de trabajo hoy me acordé de Eric Moussambani. Claro que jamás mi memoria albergó ese nombre. Sólo me acordaba de su imagen nadando en soledad (y la verdad es que lo hacía como el culo) en los Juegos Olímpicos de Sydney. No vamos a hurgar en detalles de su biografía, pero sí mencionaremos que nació en Guinea Ecuatorial y que jamás había entrenado en una pileta olímpica. Esto es algo así como decir que participó de un Mundial de fútbol sin jamás haber pisado una cancha de 11

En esa reunión laboral, como en tantas otras, en cierto momento se empezó a rifar un paquete del que nadie se quería hacer cargo. Era una tarea algo incómoda, no muy interesante y que, encima, hay que hacerla en pleno febrero. De golpe, todos se pusieron de acuerdo en un punto: yo era la persona indicada para esa tarea. Inclusive aquellos que me veían por primera vez estaban entusiasmados con la idea. Mientras crecía esa hipótesis y yo ya me daba cuenta de que mi destino estaba marcado, me acordé de Eric: solo, sin competencia, sin necesidad de acelerar ni de esgrimir alguna estrategia. Solamente ahogándose lograría no llegar a la meta. Algo similar me estaba pasando a mi. Era cuestión de tiempo. En pocos minutos, sin que pudiera hacer demasiado, iban a empezar a darme responsabilidades y también a darme ideas, que ellos jamás intentarían llevar a cabo, porque allí estaba yo para atajar ese muerto

A Eric le alcanzaba con nadar haciendo el perrito para llegar a la meta. Yo rápidamente percibí que no iba a zafar de ese paquete. No tenía a nadie alrededor. Solamente estaba yo como candidato. Me sentía igual que Eric en esa pileta tan grande, en la que nunca se había metido. Cada uno con sus limitaciones y tiempos. Eric no lució por su estilo al nadar, pero sí por haberle puesto garra y terminar la competencia. Yo espero, por lo menos, hacer unos mangos con esa tarea y después, en pleno febrero, conseguir una pileta de algún tamaño, para refrescarme un rato. Acá va el video de Eric, para que entiendan de qué hablo. Miren los pequeños detalles: sus patadas, sus brazadas, su modo de darse vuelta cuando llega a un lado de la pileta, su modo de tirarse al agua