Era una velada con todas las letras. Pocas luces, musiquita, cocina cuidada. El detalle es que esta vez el único que estaba era yo. Era una cena íntima conmigo. Estaba cocinando unos fideítos con berenjenas, escuchando el nuevo disco de Drexler, cuando de golpe el timbre de mi casa sacudió tanta intimidad. Abro la puerta y me encuentro con un vecino veinteañero que vive exactamente arriba de mi casa, junto a su mamá
Vecino: Hola, soy el vecino de arriba
jose: Ya sé, claro que nos conocemos (¿Cómo me voy a olvidar que el año pasado me preguntaste en la escalera si yo fumaba porro?)
Vecino: Te vengo a avisar que se nos escapó una rata por el balcón. Así que tené cuidado, que quizás se mete por tu balcón
jose: Uh, qué mala noticia para esta hora
Vecino: Sí, bla bla bla. Chau
jose: Chau, gracias
El clima se rompió en un segundo, lógicamente. Atiné a bajar la persiana y a cerrar la ventana de la cocina. Me acordé mucho de un amigo que el año pasado corrió a una rata a escobazos por su casa. Espero no tener que llamarlo para pedirle consejos. Por cierto, es graciosa la sensación de que se rompió la intimidad, cuando el único que estoy soy yo
lunes, septiembre 25, 2006
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