sábado, junio 04, 2005

Encontrando a Reynols


El viernes vi 'Buscando a Reynols', el documental sobre la banda Reynols. Me gustó mucho la peli y me quedaron picando dos temas:

1) El prejuicio (no me refiero al prejuicio racial, sino con respecto a la forma de las cosas (la música, en el caso de Reynols), cómo deberían ser y cómo nos deberían emocionar).

2) La intelectualización sobre cualquier cosa que no logramos encasillar

Por si algunos no lo saben, acá va la aclaración: Reynols era una banda de rock liderada por Miguel Tomasín, que es una persona con síndrome de Down.

En el documental aparecen diferentes voces autorizadas analizando el fenómeno Reynols-Tomasín. Algunos lo hacen desde una mirada artística (Pablo Schanton, Eduardo Martí) y otros desde un ángulo médico (un musicoterapeuta y un compositor). Cabe agregar que hay dos testimonios que rompen con todo y son los de Mario Socolinsky y Jazzy Mel

Era llamativo, pero mucha gente de la (pequeña y desagradable) sala del Cosmos se reía cada vez que Socolinsky opinaba sobre la banda. ¿Por qué Socolinsky despertaba esas risas?

Indudablemente, es un personaje bizarro de la tele, que usa peluca, es gay y no tiene rastros de haber tenido barba alguna vez en la vida. Sin embargo, lo que decía sonaba muy puro y daba la sensación de que le había cazado la onda instantáneamente a la banda. Ejemplo de ello eran las imágenes de Socolinsky zapando en la sala de ensayo de Reynols. El no lo hacía pensando que Reynols era la nueva promesa del noise rock mundial. Se limitaba a divertirse, a tocar, a jugar con Tomasín.

En cambio, me llamaba mucho más la atención el discurso de Martí, diciendo que la música de Reynols 'está detrás de una puerta infranqueable y que nosotros sólo podemos ver una parte de ello', que cada canción que tocaban en vivo era irrepetible y unas cuantas cosas más. Bueno, ahí es cuando empiezo a pensar que muchos tendemos a intelectualizar todo aquello que no podemos entender.

Como la música (y la actitud) de Reynols era imposible de encasillar (algo que el periodismo SIEMPRE debe hacer), lo mejor es intelectualizarla. Y asegurar cosas como que vender un CD sin un disco dentro es arte de vanguardia (el CD estaba 'desmaterializado'), que 'Reynols es el camino' (Jazzy Mel dixit) y que fueron furor en New York (como si eso tuviese valor en sí mismo).

Creo que Reynols proponía algo que realmente era original y distinto. Que sus recitales no eran normales y por lo tanto había que prestar mucha más atención, o mucha menos, no sé. Pero su mayor desafío era que proponían algo nuevo, entonces se rompían los parámetros del clásico recital de rock y había que hacer el esfuerzo de sentir y dejar de pensar. Con todo lo que eso implica.

Antes de terminar, quiero transcribir el diálogo de Tomaín con Lía Salgado, en Hablemos Claro:
Lía: ¿Cuál es tu deseo para el año que viene?
Tomasín: Trabajo.
Lía: ¿Trabajo para todos?
Tomasín: No, para mi sólo.

1 comentario:

raft dijo...

Una pregunta: en la frase
"Como la música (y la actitud) de Reynols era imposible de encasillar (algo que el periodismo SIEMPRE debe hacer),"
Las mayúsculas son una queja, o una lección de periodismo? porque si este último es el caso, me resulta muy interesante y me hizo pensar algo.
Jorge.