martes, diciembre 09, 2008

Confesión

Hace unos años, yo ya me había mudado de la casa de mis viejos, pero, cada tanto, seguía usando el auto de mi viejo, así que me había hecho habitué de su garage. Un día, en una maniobra desafortunada, golpeé el kayak de la vecina del 3°, que solía estar estacionado junto a las bicis, lo aballé lo suficiente y huí sin dar la cara. Me acordé de la anécdota en estos días en los que volví a usar el auto de mi viejo y decidí contarlo, ya que lo tenía bastante guardadito

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