viernes, diciembre 05, 2008

Breves instantes en el infierno

Una vieja se para al lado de la máquina de boletos del 92 y grita hasta que alguien le da el asiento. A las pocas paradas sube una persona con síndrome de down, que no logro distinguir si es hombre o mujer. Para ser hombre tiene demasiada cara de mujer. Para ser mujer no tiene tetas y parece demasiado ruda. Más allá de esto, que no importa, también se para al lado de la máquina de boletos y también pide el asiento. Nadie se mueve, hasta que, mirando a las caras de los que están sentados, pregunta: '¿nadie puede darme el asiento?'. Una madre que tiene a su hija a upa, y que está sentada al lado de la señora que se ganó su asiento a los gritos, empieza a acomodar sus cosas (su cartera, la mochilita de la nena) para dejarle el asiento a la persona con síndrome de down. El colectivo llega a una parada y abre la puerta, que le engancha los dedos a la nena o, al menos, la asusta mucho, porque empieza a llorar muy fuerte. La persona con discapacidad se sienta al lado de la señora y charlan sobre lo mal educada que es la gente y sobre las distintas veces que debieron pedir por favor que les cedieran un asiento. También se cuentan las distintas complicaciones físicas que las aquejan, mientras la madre carga con su hija al hombro e intenta consolarla

5 comentarios:

chukita dijo...

me imagino que vos tambien ibas parado no?? jaa

melquíades dijo...

¿Desde cuándo debe cedérsele el asiento a alguien con Síndrome de Down? ¿El retraso mental, los defectos en el tabique cardíaco o las malformaciones craneofaciales le impedían mantenerse de pie? Yo voy a exigir un asiento por tener la pera chueca!

Anónimo dijo...

¡oh my god! lo peor es que todos odian a esas viejas y NADIE HACE NADA...

Anónimo dijo...

¡oh my god! lo peor es que todos odian a esas viejas y NADIE HACE NADA...

Anónimo dijo...

¡oh my god! lo peor es que todos odian a esas viejas y NADIE HACE NADA...