
Nos subimos al primero que encontramos y le indicamos el destino. La avenida estaba embotelladísima y empezamos a buscar algún entretenimiento dentro del auto, para matar el aburrimiento. Luego de algunas charlas que no tuvieron demasiado éxito, encontramos en el stereo del auto un imán que atrajo nuestra atención. En el display aparecían delfines nadando. Los tres nos quedamos hipnotizados, sorprendidos con la calidad de la animación. Yo deseaba sumergirme en ese mar stereo y nadar con ellos
El tachero escuchó nuestros elogios sobre el stereo y nos mostró otras funciones que tenía (otras animaciones, ecualizador, no sé qué goma más, porque no le entendía nada), pero la más lograda eran los delfines. 'Este no es un stereo para un taxi', dijo, orgulloso, mientras ponía un CD de lentos
Entre delfines y éxitos de los 80, llegamos al bowling. Yo me quedé pensando que el tachero le ponía mucha onda a su vida arriba del taxi. Lo que él hacía con el stereo no es muy distinto a lo que cualquiera de nosotros hace con su elemento de laburo: algunos tienen una foto de su hijo en su escritorio, otros escuchan la radio mientras trabajan, él se había comprado un stereo en el que aparecían delfines. Cada uno la lima distinto porque, como una vez me dijo un amigo, somos todos distintos, pero nos olvidamos de eso y esperamos que a todos nos guste lo mismo
1 comentario:
Jjajaj!!
Muy buena y cierta la reflexión final!
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