
Por empezar, me incomoda la cercanía con los actores. Me paraliza verles todos los razgos y pensar que ellos también pueden verme. Además, también me molesta saber cada movimiento, ruido o gesto puede romper el mágico equilibrio que debe reinar sobre el escenario. Si la obra me gusta, me relajo, me olvido de todo y la paso bien. Si la obra es como la de ayer, me dan ganas de cortarme, silenciosamente, las piernas ahí mismo (porque ya no sé como doblarlas, ni cómo sentarme) y escapar reptando por debajo de las butacas
No es que no me guste el teatro, simplemente me incomoda
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