Todos estamos preformateados por acciones que otros crearon y nosotros las tomamos como propias, casi sin darnos cuenta. Nuestra vida cotidiana está plagada de frases, acciones, máximas, formas y gestos que fueron pasando, como si nada, de generación en generación
En esta nueva sección intentaremos señalar costumbres, objetos, ropas y muchas cosas más que han quedado instaladas pero que, ¡horror!, atrasan y nadie se percató de ello o nadie se animó a decirlo en voz alta. Y para empezar, nada mejor que un ritual odiado por todos: la despedida de soltero (en su versión más típica: baúl de auto - novio disfrazado - bocinas - alcohol - cabaret)
¿A quién le sigue pareciendo divertida la idea de degradar a un amigo atándolo desnudo a un farol de luz? ¿Desde cuándo alguien la pasa bien estando en el baúl de un auto, vestido de, ponele, hombre de las cavernas? La despedida de soltero (insisto, en su versión más típica) remite a esa idea de casamiento o de diversión que aparecía en las películas de Olmedo & Porcel: el que se casa es un boludo que está abandonando su libertad. Por lo tanto, merece el castigo de la barra de amigos. Para terminar con una velada de lujo, nada mejor que un cabaret
Desde Bien Ahí, alentamos por despedidas de solteros sin situaciones violentas ni de degradación personal. Una buena idea es suficiente para pasar una gran noche entre amigos
domingo, abril 15, 2007
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