Hace pocas semanas estaba cenando en la casa de un amigo y su novia. La lluvia arreciaba a la ciudad e invitaba a quedarse refugiado durante días. Sin embargo, como bien dijo hace pocos días Capitán Intriga, yo tampoco acuerdo con la idea de que una tormenta es un impedimento para realizar ciertas actividades. Casi siempre, prefiero no cambiar los planes, enfrentar el chaparrón y darle para adelante
Cuando quise arengar para que fuéramos a bailar, la novia de mi amigo sacó a relucir una teoría que tiene un nombre genial: el 'yoyaísmo'. ¿De dónde viene ese nombre tan copado? Muy simple simple: 'yo ya no estoy para ir a bailar con esta lluvia. Prefiero quedarme acá', dijo, en chiste. La esencia del 'yoyaísmo' es ubicarse a uno mismo en una posición en la que pareciera que se superaron ciertas etapas y ya no se quiere volver a enfrentar ningún tipo de incomodidad
Y nos quedamos durante un rato reflexionando sobre el 'yoyaísmo' y sus consecuencias. Caer en sus peligrosas garras es casi como perder el espíritu, es aceptar el envejecimiento (no es lo mismo que madurez), es confundir comodidad con entumecimiento. Claro que a todos nos puede dar fiaca una noche de lluvia o un domingo nublado, pero debería prenderse la alarma de la buena onda cuando encontramos una excusa justa para postergar casi todas nuestras actividades (salvo ir a comer a lo de nuestros padres o atender ese tipo de planes, tan formales)
Las frases pueden ser miles y algunas, también, justificadas
'Yo ya no estoy para esperar el taxi a esta hora'
'Yo ya no estoy para comer en una parrilla así'
'Yo ya no estoy para usar zapatillas que no sean de marca'
'Yo ya no estoy para ir a la trasnoche'
'Yo ya no estoy para meterme al agua con este frío'
El 'yoyaísimo' puede aplicar en algunas circunstancias, pero cuando pasa a ser la regla que rige nuestras vidas, creo que ya es hora de ir a hacer los trámites para que nos admitan en el Pami
miércoles, abril 04, 2007
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