Sindicato del Gatone

Con mucha menos gracia que las bailarinas, menos preparación que las actrices y sin chance de hacerse pasar por cantantes, los gatones están copando distintos ámbitos del espectáculo argentino: la televisión y el teatro siempre fueron su base de operaciones y ahora, con el regreso de los Bañeros, también volvieron al cine. Pese a que su popularidad está en alza, veo un claro problema en esa profesión: una vez que superan cierta barrera de edad, quedan completamente afuera del negocio y se enfrentan a una inevitable desocupación. En ese momento de sus carreras es cuando debería aparecer la figura de un sindicato, que las proteja, las contenga y les busque nuevas actividades. Ellas no son actrices, ni bailarinas, ni modelos: son gatones y deben tener su propio estatuto que les dé lo que merecen por alegrar a tanta gente con sus curvas

La vida de los gatones se desarrolla casi en paralelo a la de los futbolistas. A la misma edad en la que ellos empiezan a aparecer en primera división, ellas se van ganando un lugar en los elencos de los teatros de revista o como bailarinas en distintos programas (ayer me enteré que Eliana Guercio empezó su carrera en Sábado Bus (qué dato tan específico estoy tirando, por dios!)). Los romances entre representantes de estas dos profesiones son muy habituales, dado que tienen muchas coincidencias en sus intereses y a ambos les conviene ese tipo de promoción

El crecimiento que significa para un futbolista ir a jugar a Europa, para un gatone es ser convocada por Sofovich, un experto en llenar la pantalla de gatones, sea la hora que sea, no importa de qué se trate el ciclo. Por poner un ejemplo de su influencia en el medio, esa profe que fue encontrada en tanga en la escuela dijo que ahora que la echaban quería ser una 'Chica Sofovich'. Claro que ese ofrecimiento jamás le llegó y ella quedará en el mismo ostracismo en el que viven muchos gatones, mientras esperan algún productor que las rescate

Lo que proponemos desde Bien Ahí es formar un sindicato que las organice, que las forme mientras están en su mejor etapa para que después, a los 40, no aparezcan vestidas diciendo que quieren ser actrices (se rescata una en un millón. Mónica Ayos, por poner un ejemplo). O bien opten por una nueva operación que les de un aire más juvenil y así se van transformando en monstruos cada vez más increíbles (como la Pradón)

Los gatones merecen una mejor calidad de vida, no importa la edad que tengan, y en Bien Ahí estamos dispuestos a ayudarlas. Dejo para los lectores dos temas urticantes:
1) ¿Cómo se manejarían las clásicas guerras de gatones dentro del sindicato?
2) ¿Quiénes serían las líderes y quiénes les intentarían arrebatar el poder?