jueves, enero 28, 2010

Bananero

Me llevo bien con mis viejos. Siempre nos llevamos bien. Creo que el secreto de la relación es que ellos no me rompen las pelotas y yo no se las rompo a ellos. Durante mi adolescencia tuvimos algunos cruces, típicos de la edad, pero no fueron muy graves. Cuando hice análisis, obviamente, reflexioné sobre algunas características suyas. Intenté alejarme de algunas de ellas y elegí continuar otras. Por ejemplo, en cuanto me di cuenta que lo estaba imitando a la perfección, decidí no manejar como mi viejo, que es una especie de Mr. Magoo al volante

En estos últimos años, con mucho coraje, decidí cortar otro cordón que me unía a mi madre y me embarqué en una misión que está llegando a buen puerto: probar cuanta banana pase a mi lado hasta que me guste. No puede ser que no me guste la fruta más popular del mundo, la que todo el mundo come como si fuera una golosina. Mi vieja estornuda en cuanto huele una y creo que yo, de chico, copié esa elección. Luego de tanto probar, ya puedo decir que me gusta, no me vuelve loco, pero la acepté. En cualquier momento, y sin aviso previo, voy a comer mi primera banana y, ahí sí, me emancipo para siempre

Y ni les explico cuando arranque con la banana split en el helado. No me para nadie

4 comentarios:

Unknown dijo...

Y pisada con dulce de leche! Ahí habrás recuperado un pedazo de infancia (de la mía, pero es un detalle)

saludos!

Lexi dijo...

Ojo que la banana es un viaje de ida.

Malhumoretti y Neptuno dijo...

es cierto, nunca lo pensé pero a nadie le disgusta la banana.

Laura Brizuela dijo...

Y ahora podés hacer licuados, tortas, comidas como banana frita con arroz picante!, podrías probar los diferentes tipos de banana: el verde, el maduro... Se te acaba de abrir un universo!
Bienvenido (total ya vivís en un país bananero...)
Saludos!