Hay que tener cuidado con las películas de Lucrecia Martel. Algún apurado puede pensar que allí no pasa nada, pero cuando recuperás tus sentidos (porque son pelis hipnóticas) te das cuenta de que estuviste sumergido durante un rato en un mundo en el que pasan muchas cosas, pese a que la superficie se mueve poco
Hay que prestar atención en las películas de Martel. La música no te ayuda a emocionarte si venís distraído o a enamorarte cuando dos personas se dan un beso. Salvo en dos escenas claves, 'La mujer sin cabeza' carece de música, al igual que sus obras anteriores. Ese detalle técnico no hace más que profundizar la sensación de hipnosis, de concentración total con una historia en la que, por largos momentos, no se termina de entender lo que pasa. Pero cuando se entiende, se empiezan a entender muchas cosas más
Hay mucha política en las películas de Martel. Al igual que en 'La niña santa', el lesbianismo es un secreto familiar que nadie quiere revelar y los cuernos son moneda corriente. Los pobres sufren las muertes de sus hijos mientras sus patrones apenas se percatan de esas ausencias. Creo que ningún director de su generación está retratando tan feroz y sutilmente el desmembramiento de la clase media argentina. Lo genial de su caso es que lo hace sin lugares comunes, sin mostrar a un familiar que se va a probar suerte a Europa o a alguien que se endeudó en los 90
'La mujer sin cabeza' me pareció un peliculón, por la historia y por todo lo que queda picando que permite la elaboración del espectador. En cuanto pueda, la veo de nuevo. Calificación: 9 Bien Ahí
jueves, agosto 28, 2008
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