lunes, noviembre 14, 2005

Repudio a los cumple-bar

A aquellos que nos gusta celebrar nuestro cumpleaños, nos suele costar definir el modo de festejo: el primer objetivo siempre es hacer una buena fiesta, con música y alcohol y que se formen parejas. Pero no siempre hay una sede disponible. El corazón es grande, pero el living no lo es tanto, hay que mover los muebles, soportar las quejas de los vecinos y limpiar los borrachazos que pueden quedar ocultos en los lugares más insospechados (un amigo encontró vómito en una planta, que lógicamente no resistió ese nuevo regado y murió)

Son todos riesgos que vale la pena correr con tal de tener una buena fiesta. Una buena fiesta te levanta el ánimo durante la semana con sólo recordarla y te deja una sensación de alegría grosa durante días

Otra opción es abrir las puertas de casa, pero con los decibles bajos. La clásica reunión carente de casi toda emoción. Sánguches de miga, picadita, música de fondo, se charla sobre temas de actualidad, se recuerdan anécdotas de con los compañeros de los diferentes ambientes en los que uno se movió (trabajos, secundaria, facultad, algún taller de algo), no hay chance de que se forme una pareja. Se trata de una velada sin picos de tensión. El ritmo lo pone la comida. Y se termina poco rato después de soplar las velitas

Estas dos las dos opciones más clásicas. Yo prefiero mil veces la fiesta a la reunión. Es más divertida y las chances de pasarla bien son superiores. En la reunión todo queda supeditado al nivel de confianza que se comparte con el resto de los comensales. Si la relación no es fluida, hay serio peligro de silencios incómodos. Pero peor aún que las reuniones (que casi siempre me hacen sentir un poco viejo) son los cumple-bar. El cumple-bar es cuando el homenajeado reserva cierta cantidad de mesas en un bar con supuesta onda para tomar algo con su gente querida y así festejar su onomástico

Tengo la teoría que aquellos que hacen cumple-bar en realidad no quieren festejar. No viven su cumpleaños con alegría, lo viven como un compromiso. Es por eso que ven en el cumple-bar ciertas facilidades que en su casa se pueden transformar en responsabilidad: en el cumple-bar no hay que lavar, ni preparar nada, ni preocuparse por la música, ni bajar a abrir la puerta. Como mucho, hay que reservar mesas y llevar una torta.

Por todo esto es que los cumple-bar suelen carecer de todo (no se baila, mucho no se toma, no se come) la gente improbablemente socializa y uno puede quedar sentado al lado de algún indeseable. Los cumple-bar son el antifestejo, ya estoy harto de ellos y pido castigo social para aquellos que lo siguen eligiendo

Confesión: yo hice un cumple-bar hace 3 años. Pero nunca reincidiré, lo juro

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, te leo hace un tiempo y no dejo comentarios...en ningun lado...pero este tema me toco el corazon.. ODIO LOS CUMPLE BAR con todo mi corazon. HAce poco una amiga decidio festejarlo en un bar sin onda en el microcentro donde los camareros estan disfrazados de piratas!y me senti vieja..., grande, aburrida...la misma gente que en otra circunstancia toma hasta morir, baila hasta morir y rie hasta morir en cualquier festejo de morondanga pero con musica y alcohol, estaba sentadita prolijamente en en dos hileras enfrentadas con sus respectivas parejas al lado. ABURRIDO!!

xavi dijo...

Una sola vez festeje mi cumple en un bar, con los mismos miedos que mencionás en tu post. Pero, mágicamente nos dieron un rincon alejado, hubo muy buena musica, la gente se prendio, comimos , bebimos, la pasamos bárbaro. Pero no se si quiero repetirlo, por ahi uno espera lo mismo y al final no pasa nada y te comes el garrón.