
Estábamos enfilando hacia la cola de un súper chino (del barrio chino) cuando, desde la góndola de las salsas de soja (tienen miles), divisé su figura inconfundible: zapatillas flúo Adidas, campera deportiva (divina) de la misma marca, su pelada. Era Ronnie y automáticamente deseé que no me mirara porque pensaba que no se iba a acordar de los dos encuentros que tuvimos durante el último verano para hacerle
una entrevista. Sigilosamente, pasé a su lado justo cuando
perez me comentó que sueña con el día de comprarse una arrocera, como las que exhiben junto a las cajas registradoras. Ronnie, interesado por el comentario, se dio vuelta y me reconoció al segundo. '¿Cómo andás?, me saludó, con beso y abrazo. También saludó a
perez y rápidamente le aconsejó 'hacérselas traer desde Estados Unidos, porque allá salen 30 dólares'. El comentario me pareció de lo más
Irma, pero me encantó. Luego me presentó a un flaco que estaba con él y le dijo que yo era el periodista con el que se había juntado mil veces hasta terminar la nota. En realidad, fueron dos veces, pero bueno, nada detiene a la inflación. Le recordé los fernets que nos tomamos juntos y los comentarios de Juan Carlos Dual. 'Aprendí mucho con él, tiene mucha tabla', confesó Ronnie, que insistió con el dato de la arrocera y contó que se trajo dos, pero no en la valija, sino cargándolas en la mano, como si fueran propias. Así que, ya saben, si alguno va a Estados Unidos, avíseme, que tengo que perdirle un favorcito
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