Todavía quiero ser futbolista. Ya tengo 23 años de carrera amateur y creo estar listo para pegar el gran salto hacia la profesionalidad. Empecé a los 7 en una escuelita a la que me mandaron para corregir una chuequera. Desde entonces, pasé años jugando en cada lugar que pude y con todo aquel que me invitó. Nunca me importaron las condiciones climáticas: jugué bajo la lluvia, con calor y con los dedos duros por el frío. Tampoco me importó que me citaran pocos minutos antes del inicio del partido. Siempre tengo ganas de jugar al fútbol. La única diferencia es que ahora quiero hacerlo de manera profesional. Ya me cansé jugar los miércoles con mis amigos en cancha de 5 y también me hartaron los torneos internos de la facultad en cancha de 11. Creo que todavía puedo ser futbolista. Y, sobre todo, todavía quiero serlo.
Quiero festejar un gol haciendo un pasito de baile frente al banderín del córner. Daría todo por sacar una pelota en la línea en el último minuto y que eso defina un torneo. No pido ser convocado a la selección, me conformo con ganar un torneo de verano en Mar del Plata.
Quiero irme a jugar a una liga menor de Europa y volver a los pocos meses porque cambiaron el técnico y el nuevo resultó ser anti argentinos. Quiero saludar antes de cada partido a los ex compañeros de selecciones juveniles y gritar los goles que les convierta a los equipos en los que ya jugué.
Todavía no definí algunos temas importantes, como cuáles serán mis cábalas y qué remera llevaré debajo de mi camiseta para mostrar cuando convierta, pero el fuego sagrado lo mantengo intacto y eso es lo importante.
Quiero ser futbolista, inclusive acepto la curva descendente: regresar a mi primer club, retirarme más tarde de lo debido, hacer el curso de técnico y, una vez fuera de actividad, poner una escuela de fútbol y participar de partidos a beneficio de alguna causa justa.
martes, octubre 30, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario