Estoy casi seguro que un par de veces ya hemos hablado sobre distintos aspectos de la fotografía digital, pero hoy quiero hacerlo de nuevo. Resulta que el sábado pasado fue la despedida de soltero de uno de mis mejores amigos. La idea del evento fue revolucionaria: comamos y tomemos todo lo que podamos. Nada de gatones, travestis o enanos. Tampoco fastidiemos al novio. Sí invitamos a sus nuevos amigos, pero no vino ninguno
Lo que iba a ser un asado para 8, terminó siendo un asado para los mismos 4 de siempre. Sin embargo (o, quizás, por eso mismo), fue muy divertido. La pasé increíblemente bien y me reí mucho. Ayer, en el marco de los festejos, fuimos con esos mismos amigos a jugar al bowling con el tórtolo, su padre y sus dos cuñados. Fue otra noche ideal para la combinación de Hepatalgina y Falgos
En ninguna de las dos citas alguien llevó una cámara de fotos. No quedó testimonio del asado, ni de los zapatos coloridos, ni del momento, ya entrada la noche, en el que uno de mis amigos quiso prender fuego el cartel de no sé qué candidato. Algo de todo eso vivirá en nuestras memorias. El resto, será reinventado u olvidado. Mi amigo Luis Abadi alguna vez me dijo que el abuso de la fotografía digital era como el consumismo: lo único que importa es tener, no importa qué ni cómo lo conseguís. Pues bien, me pone orgulloso que no haya ni una foto de estas dos noches descocadas. Entre todos, reconstruiremos esas noches y nadie sufrirá viendo la cara de borracho que tenía, mientras esperaba su turno para tirar los bolos. Y ahora sí, con esto dicho y luego de haber dormido 3 horas, me voy a una larga y horrible jornada laboral, con resaca, sin fotos, pero contento
miércoles, octubre 24, 2007
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