lunes, junio 08, 2009

Registro

El viernes pasado le entregué unas cuantas horas de mi vida a la renovación del registro. Aquí, algunas observaciones y vivencias del trámite:
- Cuando entro a la Dirección General Educación Vial y Licencias, ese edificio horrible en la avenida Roca, me pongo automáticamente de buen humor. No termino de entender los motivos de esa alegría, porque realmente odio ir y me queda lejos. Pero allí se respira cierto vértigo que me pone de buen humor. Cada vez que voy siento que tengo una aventura por delante

- Ese lugar debe ser el de más alta densidad de Orlandos por metro cuadrado. Hay una gran cantidad de tacheros renovando sus licencias y eso quiere decir que hay muchas charlas por escuchar. Me pasé la mañana escuchando charlas ajenas. Delante mío en la cola un viejo le contaba a otro que desde que lo operaron de la vesícula que resiste mucho menos al alcohol. 'Antes tomaba de lo lindo, pero ahora tomo un vaso de vino y ya tengo un pedo para 200', le comentaba a su interlocutor, que tenía un ojo cerrado y confesaba que tuvo que ir a tres hospitales para que le dieran un apto médico para manejar

- El doctor que me atendió en la revisión médica en ningún momento sacó la vista de su monitor. Me preguntó si tomaba algún remedio, le dije que no, me firmó un papel y me dijo que fuera a la siguiente ventanilla

- Por la zona había pegados carteles que anunciaban el choque entre '100% y Titanes'. Recuerden, chicos, si no está Martín Karadagián, no son los auténticos Titanes, decían en mi época. Lo mismo aplica hoy si no está Viloni

- En la foto del registro salí sonriendo. Calculo que eso me podría jugar a favor el día que un policía me lo pida. Va a mirar la foto y va a pensar 'este flaco tiene buena onda, mejor lo perdono y lo dejo ir'

- Cuando salí, festejé mi triunfo comiendo dos churros rellenos que le compré a un flaco que siempre está ahí, con una canasta llena de facturas. Siempre que me voy de ahí me como un churrito. Por cierto, un churro me vino vacío y el otro estaba relleno de algo que prefiero no saber qué era pero seguro que no era dulce de leche ni pastelera

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