domingo, febrero 26, 2006

Apt prof, lum

El sábado pasado gentilmente me ofrecí a ser el chofer de una pareja de grandes amigos que están buscando nuevo nidito de amor. Ver departamentos o casas es una actividad que me gusta mucho realizar, digamos que me emociona. Cuando compré mi casa, vi un total de 50 y viví momentos bizarrísimos

Si uno se pone a pensar, el hecho de ver casas (sobre todo si vas a comprar) te generan emociones muy extremas. Uno puede llegar a un edificio con toda la ilusión, muy contento porque te gusta el barrio y enfrente tenés un supermercado chino que parece limpio, pero esa misma ilusión se puede derrumbar apenas se abre la puerta. Ni hablar del desengaño con la vida que podés sufrir si llegás a encontrar un lugar que te gusta y alguien te lo sopla antes de que dejes una seña

Ver casas es mucho más que eso: es decidir el modo en que querés vivir, implica poner en juego tu estilo, es el ejemplo más claro de que todo está en tus manos y de que podés tirar al tacho varios mandatos familiares con sólo tomar una decisión

Aquí, una pequeña galería de los personajes que podemos encontrar en esas recorridas, siempre agotadoras, casi nunca exitosas

La viejita de la inmobiliaria: en general, no tiene idea de lo que ofrece. Se limita a ir nombrando cada uno de los ambientes: 'este es el baño', dice mientras prende la luz y uno, efectivamente, descubre al inodoro y la ducha. 'Este es el espacio para la heladera', es su comentario más jugado, mientras señala el gran hueco que hay al lado del horno. La viejita de la inmobiliaria batatea sobre la ubicación del edificio (en realidad, nunca se alejó mucho de Villa Crespo), sabe el precio de las expensas (ella no pagaría tanto, ni en pedo) y reta a aquel que juguetea con el ascensor automático, tal como lo hizo conmigo el sábado pasado. 'No juegues con el ascensor, que lo vas a descomponer', me dijo una viejita, que bien podría ser mi bobe

El vendedor joven: se toma su laburo de guardia en los departamentos en venta como un modo de ascender dentro de la firma. Su sueño es conquistar el corazón de alguna chica que vaya a ver el departamento y su máxima ambición es tener relaciones en ese mismo lugar. Su celular tiene ringtone y siempre parece apurado. Suele tener menos de 30 años, por lo que nadie lo respeta: los matrimonios jóvenes lo terminan odiando por canchero y los viejos jamás confiarían en él, porque podría ser su hijo

El que se quiere colar: detrás nuestro llega él, siempre con una hoja de los clasificados doblada en ocho y toda marcada con birome. El que se quiere colar sabe que llegó después que vos, pero pretende transmitirte toda su ansiedad para que lo dejes entrar con vos o, en el mejor de los casos, lo dejes pasar a él primero. No te lo pide, pero lo notás en sus ojos, en su modo de pararse, en su modo nervioso de tomar Coca de una lata. El que se quiere colar es capaz de meterse en el living mientras vos estás en una de las habitaciones y termina logrando que el departamento te parezca horrible y te quieras ir lo antes posible

Los dueños mala onda: siempre están tomando mate (en silencio) o mirando la tele (como zombies). Si toman mate, le agregan algún tipo de yuyo o de sabor extraño. Si prefieren ver la tele, es fija que están mirando una peli de I.Sat o de algún canal de aire. Los dueños de la casa que vos estás visitando te intimidan con su silencio. Sólo saludan cuando vos les decís 'hola, permiso' y pretenden dar algo de lástima. Uno invade su intimidad, entra a su habitación, a su baño mientras ellos le agregan un poco más de azúcar al Cachamate. Los dueños de la casa te miran de reojo, con algo de inexplicable bronca, pero jamás la van a exteriorizar porque quieren vender esa casa de mierda que tienen. Que se la queden, total es horrible. Que se queden la casa y también con la tele. Y al Cachamate que se lo metan en el orto

Dueño vende: nada mejor que te atienda el mismísimo dueño de la propiedad. Te cuenta cada uno de los arreglos que le hizo a la casa (juro que me lo dijeron: "cambié las cañerías para que el agua salga más fuerte. Mire qué fuerte que sale" y el viejito abrió la canilla), te pone al día de los chimentos del edificio y es más fácil de regatear el precio

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