martes, octubre 27, 2009

Cocorocó

El primer entrevistado cocorito que enfrenté fue a Rodolfo Livingston, el arquitecto. La nota era sobre arquitectura social para Hecho en Bs. As. y, luego de mi primera y vaga pregunta, me respondió que tenía tres libros escritos sobre esa temática, me invitó a leerlos y volver más adelante. La contestación, inesperadamente mala onda, aunque se podía esperar cualquier cosa de alguien que vestía camisa a rayas, short de pijama y pantuflas, me sorprendió. Intenté reformular la pregunta pero no tuve suerte. Implementé un Plan B que se me ocurrió en el momento: hablar de él. Si no quería hablar de su tema de investigación, seguro que iba a querer hablar sobre sí. Nadie se resiste a que lo hagan sentir mínimamente importante o pensante. Eso sí funcionó, habló un rato, se aflojó el ambiente y la nota fluyó mucho mejor. Algo similar me pasó unos años después con Fernando Peña, que no fue alguien fácil de arriar

Ayer, en la entrevista con Shantel, me pasó algo parecido. Pero no lo voy a contar acá, claro, sino en Allá es distinto, el blog de moda

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