viernes, julio 10, 2009

Intención

Soy el peor de mi clase de yoga. Uno de los peores, en realidad. El otro peor se llama Paul, es francés, mide casi dos metros y tiene, igual que yo, la flexibilidad de un playmobil. Cada vez que la profe termina de dar una indicación o de explicar una postura, se nos acerca a Paul y a mi y nos ayuda un poco: nos empuja desde la espalda, nos da una tira para que nos podamos agarrar o nos toma de los brazos para estirarnos. Así es la vida del playmobil, los pies siempre parecen un lugar imposible de alcanzar y nuestros compañeros al lado nuestro se convierten en chinos acróbatas

Con el paso del tiempo, se fue diluyendo la frustración que me generaba no poder hacer ciertas posturas. Es casi lógico que no las pueda hacer: si nunca logré tomarme los pies sin doblar las rodillas, ¿por qué iba lograrlo en pocos meses, en jogging, sobre una colchoneta y en un lugar con olor a saumerio? Empecé a no concentrarme en llegar, sino en ir llegando a tomarme los pies. 'Intención de tocar la rodilla con la cabeza', dice mi profe, y yo ni siquiera me tomo en serio la consigna, pero me quedo con la parte de la intención. Voy yendo hacia la rodilla con la cabeza, pero todavía no llego, ni voy a llegar en un par de años, pero voy a ir haciendo esfuerzos (no siempre los mejores ni los más grandes, lo confieso, porque todo esto del yoga también me da mucha fiaca). Me parece que es por ahí la cosa y que sin intenciones no llegamos a ningún lado. Tal vez, con las intenciones tampoco llegamos, pero ese es otro problema

2 comentarios:

Constanza Nivón dijo...

Pero con las intenciones ya vamos a la mitad del camino no? Y con perseverancia... pff! un dia te vas a sorprender de todo lo que has avanzado, igual y a un acróbata chino no le llegas pero dejas al playmobil en el pasado.
saludos!

Nachox dijo...

No tiene nada de malo ser un playmobil... calculá que podes tener un barco pirata o una tremenda nave espacial...