jueves, marzo 22, 2012

Luto

Pinché la rueda de atrás de la bici cuando iba por Córdoba y Thames, más o menos. Unas cuadras antes ya venía tironeando, no entendía qué pasaba hasta que la explosión de la cámara me dejó a pie. No quedó otra que empezar a caminar con la bici a cuestas. Fui a una bicicletería que está por Godoy Cruz: los lunes no abría. Seguí camino hasta ésa que está en una esquina, creo que es Carranza, sobre Córdoba, pero estaban de vacaciones. 'De esto sólo me salva Busatto', pensé. Busatto es una bicicletería familiar que está hace más de 40 años en Colegiales y en la que laburan tres generaciones de Busatto ao vivo. Las paredes están empapeladas con recortes de diarios y revistas con los triunfos de Busatto alrededor del mundo, siempre elegante sobre la bici. Hay vitrinas con trofeos, bicis nuevas, poca luz y mucha mística

Mientras esperaba que me cambiaran la goma y la cámara, noté que distintos clientes se acercaban a la dueña, le daban un beso y el pésame. Ella estaba vestida de negro. Empecé a sospechar que don Busatto la había quedado. Presté más atención y, efectivamente, nos había dejado una semana atrás. 'Esa enfermedad de porquería', suspiró doña Busatto, mientras cobraba un parche. Busatto Jr, junto a su mujer y su hija, seguían trabajando pero a ella se la veía más afectada. Entró un petiso de pelo duro con un bolso gigante en el hombro. Tenía un racimo de biromes azules en la mano. 'Hoy no hace falta', dijo la señora Busatto, mientras el tipo  acomodaba el bolso al lado del mostrador. 'No le vine a vender hoy, vine a saludarla', dijo. Se instaló durante 10 minutos, contó sobre la enfermedad que sufrió su madre, le recomendó que lea libros de noche, para distraerse, ella le dijo que ese era el peor horario, se abrazaron, él sacó del bolso un diario de Mercedes y se lo regaló

La nuera de Busatto tardó un poco en hacerme el arreglo y pasé como 40 minutos en el local. Fue como estar en el living de su casa, o en el patio. Busatto Jr. retaba a su hija por no limpiar una bici que estaba en vidriera, la señora leía en voz alto los títulos del diario mercedino que le llamaban la atención (habían robado en un cementerio), por teléfono llegaban más saludos. Antes de irme, dije el primer 'lo siento mucho' de mi vida, pero la verdad que así fue

10 comentarios:

Anónimo dijo...

es tan bueno el relato, que me vi ahí dándole yo también el pesame a la Sra. y familia Busatto.

una pena lo del Sr. y amo las historias de bicis y barriales!
beso
v

jose dijo...

Si la veo a la señora Busatto, le mando tus saludos

lowfirocker dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
lowfirocker dijo...

Muy lindo relato, José, como siempre. Extrañaba estos textos. Bienvenidos de vuelta. Abrazo!

jose dijo...

Gracias mostro

La Hilarante dijo...

Ayy todos extrañamos a Busatto ahora.

vero dijo...

muy lino como escribís, porque es natural, espontáneo, simple, como si uno lo estuviese viviendo... pobre Doña Bursatto...saludos!

Twist Masked dijo...

Entré por la blogósfera y tengo que destacar tu genial forma de escribir. Cualquier buen escritor que se digne de serlo sabe transportar al interlocutor de una forma eficaz.

Yo tmb tengo mis miniproyectos de escritura pero los que expongo son más del tipo comedia.


Un abrazo.

La Grulla dijo...

Pectacular relato. El racimo de biromes es uan buena versión de los crisantemos del laburante.

chali dijo...

genial Jose