miércoles, octubre 14, 2009

Argentinísima

En la presentación del libro de perez había un viejito fotógrafo que se acercaba a quien tuviera cerca con una cámara muy antigua y tomaba una foto. Luego, le preguntaba al retratado si quería darle su mail para recibir la imagen. Con mi amigo Fede rechazamos su oferta y salimos del salón suponiendo que a algún gil le iba a sacar diez pesos. Al rato nos enteramos que una señora francesa había confiado en él y le había dado cien pesos, en calidad de seña, por unas fotos que le iba a mandar. Cuando él le diera el pedido, ella le iba a pagar los cien restantes. Alguien tuvo que avisarle a la señora, que resultó ser una de las traductoras del libro, que había sido víctima de la picardía porteña. A horas de irme de viaje (no dejen de leer el blog ad hoc) no puedo dejar de pensar en la argentinidad, mientras Diego invita a los periodistas a que la sigan chupando

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