sábado, septiembre 24, 2016

Inédito

Qué no hace el freelancer por unas monedas o un cheque a cobrar en tres meses. Hacia mitad de marzo, recién llegado de Alemania, sin demasiado laburo alrededor, con varias redacciones cerrando en esos días y otras tantas de paro o con reclamos por trabajo digno, llamé a una señora amiga de mi mamá, que necesitaba un editor para su biografía. Peor es la fábrica, se alientan hace años entre Los Decadentes. 
Según me dijo mi mamá, tenía algo escrito y necesitaba ponerlo en orden. La clave de todo era que la señora había sobrevivido a distintas enfermedades e intervenciones sobre las cuales no voy a precisar para no corromper su intimidad. No me voy a extender demasiado en su historia, ni en su patología. Principalmente, porque no quiero tener quilombos con ella. Lo único que me interesa es publicar este laburo que hice, que ella me rebotó porque no le gustó un carajo y después ya no quiso seguir adelante con el libro. Pero como a mi sí me gustaron algunas cosas que le escribí, las publico igual porque de eso se trataba tener un blog, hasta donde me acuerdo. 

En el hospital 
En el hospital me conocen todos, porque muda no soy. Aparte, si hay algo que me gusta es coimear. A fin de año llevo 40 regalos, para las enfermeras, para las del conmutador, para los médicos. Muchas veces me doy cuenta que la referencia que se repite entre ellos es que soy la persona con más sobrevida luego de XXX. No me gusta que digan eso porque me encasillan, me marcan. Hace poco estuve internada y en todo momento me pareció que los médicos jóvenes sabían quién era. Yo les decía “vos mirame, no te vas a olvidar de mi”. Se los digo un poco en chiste pero me lo termino creyendo. Más tarde los encontré hablando de mi. No es lo más cómodo pero entiendo que es inevitable, como también es inevitable sentir el dolor ajeno, de otros pacientes en terapia intensiva. Y de lo que se escucha de la cama de al lado. O la cara de los familiares. No podría haber sido médica nunca. La última vez que estuve en terapia intensiva había uno que para mi estaba embalsamado. Tenía una vía nasal y estaba congelado, no se movía nada. Durante el día venía un tipo que lo cosía. Yo llamaba a mi psicóloga y a mis amigas para contarles lo que veía, si me lo quedaba yo sola me hacía peor. No quiero ver tanto. Cómo es la gente, cómo son las parejas, la mentira, la falsedad. Todavía no aprendí a no ver, las veo en crudo. Tengo mucha sensibilidad y ahora soy más sensible que antes. 

Instinto 
Esto lo tuve que aprender. 
Yo tengo que hacer, que tocar. 
Tengo que oler. 
Es el instinto. 

Color peltre 
Hoy a la mañana soñé con mi papá. Nos estábamos peleando. El otro día ya había soñado que estaba trabajando para mi hermana y no me quería pagar. “Esta no me quiere reconocer”, pensaba. Encima le decía: “Pero vos, igual ya te quedaste con la (…) de mami y el collar de perlas”. Y mi mamá sale y me dice: “Yo todavía estoy viva”. O sea que la traje a la vieja a la vida. Y esta vez directamente estaba trabajando con mi papá en la fábrica. Y estoy hablando de por qué no me quiere pagar. Y se va a la cama y se tapa. Le digo, “vos no te tapás, levantate”. Mi papá le dice, no sé a quién, que no me paga porque no vengo bien vestida. Pero, ¿cómo no vengo bien vestida? Porque estoy de jean. Ahora tengo todo el tiempo jean. Entonces yo creo que le agradaba a mi mamá, y le digo: “Mirá, él no entiende nada, porque esto de los jeans… Un buen jean sale más caro que un pantalón.” Le digo: “Mirá mis zapatos”. Tenía zapatos color peltre, eso sí. Porque sueño con colores. Le digo yo: “Mirá mis zapatos, no sabés lo que salieron. Porque, aparte, si papi no me paga, no me molesta porque igual yo voy a vivir de la pintura. Yo vivo de la pintura”. 

Ahora 
Me meto tanto que no puedo salir. Un viaje, es un viaje. Necesito volver aunque me cueste. Tardo, la mente sigue allá. Viajando. Cuesta la realidad, sus ritmos. Ahora. Tengo que ir al médico. Pegada Mi amiga Irene siempre decía: “Yo estaré enferma, pero me parece que estoy mucho más sana que otras”. Porque psicológicamente también había hecho toda una evolución y un desarrollo muy especial, de reconocerse, de reconciliaciones. De liberarse. Muchas veces veo cosas. Como dice mi psicóloga: “Quizás ya ves demasiado”. Veo cosas que antes no podía enfrentar. Para mí, mis amigas eran perfectas, no tenían ningún defecto. Yo tenía todos. Ahora cambié, aprendí estos últimos años. Aprendí a no ponérmelos encima. A tomar del día a día. Porque todos tenemos quilombos y todos tenemos problemas familiares y todos tenemos días buenos. Pero también en todos los días también tenemos algún momento bueno. Entonces, agarrate de lo bueno. No te podés quedar enganchada si algo se rompió o te caíste. Los problema existen, obvio. Pero no me quedo pegada.

Vestido medio violeta 
Soñé algo de un baile, no sé con quién estaba bailando. Tenía puesto un vestido medio violeta y estaba más gorda. El tipo me decía que no era un conocido. No sé quién era. Dentro del lugar había para comprarse ropa y yo decía: “Yo igual tengo toda ropa importada”. Entonces me dice: “Yo te espero en el probador” y quería que me ponga un vestido rojo. Y yo lo probaba. La ropa que había era importada pero vieja, modelos viejos. Al final creo que el tipo entra al probador y me dice: “¿Qué hacés que tardás tanto?”. Como no lo escuché, me puse otra vez mi vestido. Entraban más mujeres que me molestaban, estaban desesperadas, y había una que se quería llevar el vestido que yo tenía puesto. Y le digo: “No, ese es mío”. Aparte yo uso de buena calidad, y los otros eran bien ordinarios. Después me desperté.