viernes, junio 22, 2012

martes, junio 19, 2012

No tan distintos - Capítulo 4 (Colonia Montes de Oca)

Hace 27 años, día más, día menos, Cecilia Giubileo terminaba su jornada de trabajo en la colonia Montes de Oca, la institución con mayor población de adultos con discapacidad mental (ahora hay un poco menos de 700 internados). Pidió tres cigarrillos y se dirigió a su cuarto, dispuesta a leer un rato, hasta conciliar el sueño. Nunca más se supo de ella, se la tragó la colonia, no encontraron su cuerpo y se transformó en una referencia que se repitió durante años para graficar el horror que se vivía en el lugar.

Años después, a través de distintos informes periodísticos, la colonia volvió a ser noticia, siempre por alguna muerte o por el maltrato que sufrían los pacientes. Hace años que los medios no le dedican demasiado espacio a la Montes de Oca, simplemente porque allí dejaron de suceder atrocidades. Entonces, si hay personas con discapacidad mental, que encima son pobres, pero no hay muertes, ¿hay noticia, hay algo que mostrar? El cuarto capítulo de No tan distintos es una recorrida por el lugar, por su historia y su presente, mucho más luminoso de lo que nos podemos imaginar a la distancia.

Cientos de internados volvieron a su casa gracias a distintos planes sociales, muchos salieron de los pabellones y empezaron a vivir entre sí, se abrieron huertas, talleres, hogares de día, espacios en los que se empezaron a escuchar qué querían hacer las personas con discapacidad. Hay un seguimiento mucho más personalizado sobre la evolución de cada uno y se intenta mantener el contacto con las familias. Este fue uno de los últimos capítulos que escribí porque me llevó mucho tiempo comprender el funcionamiento de semejante monstruo, escuchar a los trabajadores, a los internados y, ya que estamos, ponerle una onda al texto. Aquí, un fragmento:

Los medios eligen mostrar a los adultos con discapacidad como gladiadores que se esfuerzan para lograr una meta (por ejemplo, un título secundario), porque tienen una destreza (la actuación, la música) o cuando realizan una práctica saludable, como el deporte. Los internos de Montes de Oca son los últimos orejones de un tarro de doble fondo: tienen discapacidad y además son pobres. Nunca van a encajar en esos estereotipos porque no acceden a esas prácticas, más habituales en la clase media. Pero eso no quiere decir que sigan viviendo en condiciones animales, como hasta hace unos años.

Y en este link, encontrarán la crónica entera, en el blog de la Fundación Tomás Eloy Martínez.

martes, junio 12, 2012