martes, enero 23, 2007

Sociología barata

Volver a vivir con mis viejos, aunque sea por unos pocos días, implicó volver a ciertos escenarios y situaciones que tenía completamente olvidados. Uno de los más shockeantes se dio ayer, cuando estaba hablando por teléfono con un amigo. En el medio de la charla, se escuchó que mi vieja había levantado otro tubo. 'Ah, está hablando', escuché que le comentaba a mi viejo

También tuve regresiones cuando me llamaron para comer, cuando tuve que cargar las bolsas del supermercado y cuando me ordenaron levantar la mesa. Creo que ese último punto fue casi un exceso y elevé mi voz, mientras llevaba los platos sucios a la pileta. Otras situaciones graciosas se dieron cuando mi vieja se interesó por un disco que estaba escuchando (me pidió que se lo grabara) o cuando se puso detrás mío para leerme el monitor: '¿qué dice? Sin anteojos no leo nada', confesó

Otra práctica familiar que retomamos fue la del zapping, que incluyó millones de comentarios sobre todo lo que aparecía en pantalla: una mina, un auto, un político, una propaganda, un logo de un canal que no está transmitiendo, lo que fuera. La verdad, es que en los canales de películas y series no encontramos nada, así que nos colgamos mirando un rato de la transmisión de Cosquín. Vimos algunas canciones bastante lindas (mi vieja se animó a cantar un estribillo de una que conoció, mientras mi viejo decía 'estos son tan antiguos que hasta deben querer que vuelvan los milicos'), hasta que subió a escena un combinado de danza neuquina, que bailaba el folklore más tradicional que se pudan imaginar, incluyendo pañuelos y hombres con botas con taco

Esa danza nos empezó a deprimir, el comentarismo (algo fundamental en esta vida) dejó de fluir, así que decidí cambiar de canal. La nueva distribución de canales quiso que la señal siguiente fuera Canal 26 y justo estaban dando la noticia de los carteles que aparecieron con la leyenda 'No jodan con Perón'. Entre la liturgia folklórica en un canal y la liturgia peronista en otro, con mis viejos accedimos en pocos segundos a un casi perfecto resumen de lo que es gran parte de este país: folklore (la tradición más anticuada y aburrida) y peronismo. Cualquier otro atisbo de progresismo, de propuesta artística diferente, de posibilidad de cambio, es algo que tengo la sensación de que quedará circuncripto a las grandes ciudades, especialmente Buenos Aires. En el resto del país, siguen mandando los mismos intereses y tradiciones que hace unas cuantas décadas

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