lunes, septiembre 18, 2006

Trampa presubrayada

El estudiante universitario, sobre todo el que va a la UBA, se cruza con varias trampas en su camino, con pequeños espejismos que le hacen creer una realidad que no es del todo cierta. Sentir que está protagonizando una lucha incansable y justa por el mero hecho de asistir a una universidad pública en lugar de una privada podría ser una de esas trampas, pero no ahondaremos en este tema traumático, sino en uno mucho menor, como lo es el apunte presubrayado

Este particular texto pone al estudiante en un brete desde el primer momento en que lo toma. Por un lado, siente un relativo alivio: ya no está todo en sus manos, alguien ya leyó este texto, ya lo entendió y se tomó el trabajo de subrayar algunas líneas, de redondear algunas palabras

Por otro lado, el texto presubrayado tiende a hacer que el estudiante universitario relaje la atención y comience a subrayar lo que ya está subrayado, en un acto casi reflejo. Mientras lee aquello que no está presubrayado, hace como que está leyendo. Y cuando llega a la parte que alguien ya marcó anteriormente, posa su marcador resaltador sobre esa misma parte para volver a marcarlo

El momento de mayor gloria y rebeldía se da cuando el estudiante marca un párrafo que no está presubrayado y por dentro piensa 'je, a mi no me cagan, esto es muy groso, menos mal que estoy prestando atención'. Claro que en ese mismo instante se pueden disparar más dudas, porque si ese párrafo nos pareció importante y no estaba resaltado, ¿habrá otros que se nos pasaron por alto? ¿Y si el que presubrayó todo el texto en realidad es un burro y estamos cayendo en una trampa de la cátedra?

Desde Bien Ahí todavía no sabemos si pedir la abolición o la masificación de este tipo de textos. Lo único que tenemos más o menos claro es que desafían al universitario medio y que sería una excelente excusa para recorrer las aulas de la UBA e invitar a los estudiantes a un debate para definir qué hacemos con estos textos

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