jueves, septiembre 21, 2006

'Agua', de Verónica Chen

El día de la primavera coincide con el estreno de 'Agua', una peli de Verónica Chen, que me animo a recomendar y de la que me gustaría decir algunas cosas

'Hace agua por todos lados', dijo, pícaro, uno de los críticos que estaba en la sala, apenas terminó la función de prensa. 'Lo mejor fueron las medialunas que nos dieron antes de la función', comentó una termita que estaba a su lado. No acordé con ninguna de las dos sentencias, pero tampoco me iba a poner a discutir con dos carcamanes. Si bien no me convencieron algunas de las historias de la peli, hay que rescatar que 'Agua' tiene un poderío visual muy groso

Cuenta la historia de dos nadadores. Por un lado, Goyo. Un tipo que ronda entre los 30 y los 40, que fue el nadador orgullo del pueblo, pero que se tuvo que exilar porque un control antidoping le dio positivo. Herido en su orgullo y sin mucho más que hacer, Goyo vuelve al pueblo con ánimo de revancha

Conoce al Chino, que es un joven de veintipocos que está esperando un hijo, pero eso le importa bastante poco. Toda su energía está focalizada en nadar y en integrar el seleccionado argentino de nado. Su historia es medio trágica: sus padres murieron cuando era chiquito y fue criado en el club. Así que estuvo meta nado casi toda su vida, pese a que siempre fue medio tronco, pero le pone empeño. Voluntarioso, el Chino

Lo que más me interesó de 'Agua' es que sus dos protagonistas son sumamente callados, hablan lo mínimo y necesario y su exterioridad es, por lo menos, precaria. Eso no quiere decir que no se la pasen maquinando, sus cabezas están pensando todo el tiempo. Piensan, piensan mucho. El Chino casi siempre piensa en nadar, en cómo nadaron, en cómo corregir su nado y en volver a nadar. Goyo no se sabe en qué piensa, es misterioso y callado. Sin embargo, ese estado de ausencia permanente en el que viven cambia cuando se sumergen en la pileta (o en el río). Allí logran calmar a los pensamientos y se encuentran con ellos mismos. El nado como terapia, como chapuzón en el mundo interior. Los dos están obsesionados con el nado: uno quiere volver a ser quien ya no es ni será, el otro daría todo por ser mejor. No les importan las minas, ni nada de los que los rodea: sólo quieren nadar

Las escenas de nado en la pileta y en el río son geniales, me causaron mucho impacto y creo que son el punto más alto de 'Agua'. La escena que menos me gusto, lógico, es en la que pisan a un ciclista (hice cuernitos cuando la vi)

Más de 'Agua en Terra, Clarín, La Nación y Radar

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