miércoles, agosto 12, 2009

Viggo

Anoche estuve en el lanzamiento del libro de poemas que publicó Viggo Mortensen en el Centro Cultural España. Luego de algunas palabras del actor, que vistió su clásica camiseta de San Lorenzo, pasaron a leer algunos poetas. No conozco a mucha gente del medio literario, pero se respiraba un ambiente un poco raro, incómodo. La mitad del auditorio, más o menos, había ido exclusivamente a ver a Viggo, a sacarse una foto con él, a verlo de cerca. La otra mitad, más relacionada a las letras, no sabía del todo bien qué hacer: ¿aplaudimos a Viggo por este emprendimiento? ¿O en realidad es un paracaidista de Hollywood, que vino a poner plata en una capilla para San Lorenzo y también en la poesía argentina? Varios de los poetas que integran el libro se enteraron ayer mismo de la existencia de esa compilación. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Nos enojamos porque no se manejaron bien o agradecemos porque, en definitiva, el tipo hace lo que no hace nadie, que es poner guita para publicar poesía? ¿Y si el compilador fuera otro? ¿No se hubieran enojado un poquito porque no les avisaron? Cuando pasaban a leer, todos agradecían y, la verdad, se veían sinceros, pero también se los veía algo escépticos con respecto al evento. 'Nunca vi a tanta gente en un recital de poesía', dijo uno de los que pasó a leer y fue imposible no darse cuenta de que con esa ironía estaba queriendo decir 'este lugar está lleno de cholulos que no les importa la poesía', cosa que se ajustaba a la realidad. Cuando terminaron de leer, Viggo se quedó firmando ejemplares y sacándose fotos con quienes querían retratarse con él. Se retiró rodeado por cuatro guardaespaldas. Detrás, iba un séquito de 20 personas, que peregrinaba hacia vaya saber dónde. Los periodistas intentábamos conseguir algún contacto para entrevistarlo la próxima vez que venga. Los poetas se iban a comer para festejar el lanzamiento del libro. Nadie sabía si Viggo iba a ir a esa cena

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