martes, marzo 20, 2007

Sobre la génesis de Bien Ahí (parte II)

En esta sección, a la que no le auguramos demasiada larga vida, estamos recapitulando los momentos en los que Bien Ahí todavía no había nacido para que ustedes leyeran mis aventuras (?) y yo, por mi lado, pudiera sacar ciertas cosas que tenía dentro

Recuerdo que fue la noche de un viernes y se dieron dos elementos que suelen tener lugar en este blog: por un lado, la anécdota cotidiana y, además, el evento artístico. Fui a ver a Las Pelotas a Obras después de varios años de haber seguido a esa banda en el under porteño de mi adolescencia (New Order, Arpegios, Cemento). Luego del show, pinché un neumático (en realidad, había escrito 'goma', pero me sonaba con una connotación tímidamente sexual) y un amigo que suele comentar por acá, llamado javix, me enseñó a cambiarlo. Como en este blog somos muy ordenados, iremos por partes

Las Pelotas: recuerdo que ese día tuve la sensación de que Las Pelotas fue la banda que mejor expresó todas las mentiras de la década del 90. Letras como 'Hawai', 'Muchos mitos' u 'Orugas' son un fiel reflejo de esa época de adicciones y superficialidades

Además de eso, me di cuenta de que la banda había crecido muchísimo mientras yo había dejado de irla a ver. Eso me llamó la atención, porque Las Pelotas casi carecen de gestos demagócicos y de hits. Más bien, tienden al esceptisismo y a la desilusión. En algunos temas que no eran del todo 'pum para arriba', la gente respondió con un pogo que involucró a casi todo el piso de abajo de Obras (ahora también conocido como Pepsi Music)

Sobre la pinchadura de una goma: sin dudas, de los peores momentos de estar al comando de un volante es pinchar una goma. Sentís como que una parte de tu persona te falló sin previo aviso. Para hacer las cosas más incómodas, todo el resto te advierte, con distintos gestos ampulosos, que uno de tus neumáticos está mucho más bajo de lo habitual

Javito esa noche me enseñó cada uno de los pasos que involucran el cambio de un neumático. Yo presté mucha atención y el dios de los bólidos me premió a los pocos días volviendo a pinchar una goma. Ese día la pude cambiar sin pedirle ayuda a nadie y me sentí muy bien

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