domingo, agosto 20, 2006

Roberto, el grande

La semana pasada fui al teatro a ver 'Orejitas perfumadas', una obra que está basada en distintos textos de Roberto Arlt. Una orquesta de tango, liderada por el Tata Cedrón, aporta un ideal espíritu arrabalero y los actores recrean personajes de 'Los siete locos' y de 'Los lanzallamas'. Cuando ya iba una hora de función y se me estaba por hacer medio larga, la obra terminó y me dispuse a aplaudir con gusto, porque la verdad es que había pasado un gran rato

Quizás aquellos que no les guste el tango ni hayan leído a Arlt sufran de bostezos y sería mejor que ni se asomen por el Teatro Alvear, pero 'Orejitas perfumadas' es ideal para quienes leyeron algo de él o quieren acercarse a su obra. También me imaginé a delegaciones de secundarios municipales yendo a verla

Igualmente, lo mejor de la obra es que me despertó ganas de releer a Arlt y empecé por sus Aguafuertes. En ese librito me volví a encontrar con su tan genial manera de contar las cosas y con sus observaciones maravillosas sobre Buenos Aires. Acá un fragmento de 'La mujer que juega a la quiniela':
(...)La mujer que juega a la quiniela es característica de determinados barrios, no de todos; porque hay barrios donde la quiniela no prospera, mientras que en otros sí

Por ejemplo. Esos barrios improvisados, de pequeños propietarios, donde todos tienen un terreno adquirido en mensualidades, son mala parroquia para los levantadores de quiniela

En cambio, esas otras barriadas, Boedo y San Juan, Triunvirato y Concepción Arenal, es decir, esos centros de población donde cada familia ocupa una pieza que no es propia, sino alquilada, son el paraíso de los quinieleros, que tienen implantada su estación en los mercados, contando con cómplices entre los dependientes de carniceros, que son los más afectos al escolazo por pálpito

¿Se explica esta manía del juego en las mujeres pobres, allí donde el dinero alcanza apenas para subvenir a las necesidades de la abundante prole? Creo que sí, y más aún: son los únicos casos en los que se disculpa la pasión del juego (...)

En Estados Unidos hay un problema. Es el del alcohol. Aquí nuestro problema es el del juego. Allá por exceso de dinero que la gente quiere tirar alegremente; aquí, por falta del mismo, que hay que conseguir de algún modo

En los hogares pobres de nuestra ciudad se vive pensando en el juego: en la lotería, en la quiniela, en las carreras. Para los hombres quedan los burros, para las mujeres el numerito al que económicamente se le anotan 20, 30, 40, 50 centavos. Ahora bien: como hay varias loterías, demás está decir que todas las semanas estas mujeres, que le han tomado el sabor a la esperanza de ganar, juegan en detrimento de otros intereses también pequeños, pero para los que se necesitan esas reducidas sumas que absorbe el bolsillo quinielero, siempre de guardia en el mercado, o con sucursal en la carnicería o el almacén (...)

Pero, ¿qué se le va a hacer? Es la esperanza del pobre que tiene un presupuesto a base de centavos. Y como dice el proverbio: "De carne somos". ¡Qué se le va a hacer!

No hay comentarios.: