miércoles, mayo 24, 2006

Te rompo el rating

Estaba en las vacaciones de invierno de sexto grado. Me acuerdo que estaba 100% al pedo en mi casa cuando me llamó un amigo y me dijo que en un rato me pasaba a buscar con su papá en auto para ir al programa de Candela. A mi no me convencía mucho la idea. Sentía que ya estaba grande para ir a ese programa, que además no veía. Pero él me lo dijo con tanta seguridad y el plan ya parecía tan armado, que no me pude resistir

A la hora estábamos en Canal 7, en medio de una tribuna llena de infantes que nos llegaban por la cintura. La primera impresión que uno siente cuando entra a un estudio de televisión por primera vez es de estafa. Todo es tan pequeño, tan feo, tan de mentira

Resultó muy sencillo convencer al productor que se acercó a la tribuna para preguntar quién quería participar de un juego frente a cámaras. Era el más grande de todos, así que sacarme del medio a ese ejército de enanos fue cuestión de un segundo

En menos de dos horas, mi vida había cambiado por completo. De estar aburrido en mi casa pasé a estar al aire en Canal 7 y con una misión bien clara: entre cuatro chicos debíamos quitarle la funda a una almohada y volver a ponérsela

El juego no suena muy adrenalínico, pero creánme que en el momento dejé la vida con tal de ganar. Y ganamos, claro que sí. El premio fue un muñeco de los ThunderCats, un dibujito que nunca miré y, en el corte, pedí que me lo cambiaran por unos botines Fulvencito, que estaban de decoración en el rincón de los premios. El productor me los cambió de mil amores y yo, ingrato, jamás jugué un partido con esos botines. Es más, creo que jamás salieron de mi casa. Eso sí: jugué bastante con ellos en el living

Si la anécdota terminara acá, sería buena, lo sé. Pero todavía no conté lo mejor, que se dio en el momento en que Candela me preguntó a quién le mandaba un saludo

'A mi mamá, a mi papá, a mi hermana y a Violeta', dije, de corrido, intentando que ese nombre pasara de largo. '¿Quién es Violeta?', se interesó Candela, mientras me invitaba a sentarnos en un teléfono gigante, que era parte de su decorado, para charlar más tranquilos y en soledad

Yo le expliqué que era mi novia. Y no recuerdo muchas partes más de ese diálogo porque me distraje escuchando el cantito de la tribuna, cuyo estribillo era: 'se puso colorado, se puso colorado'

La tortura calculo que habrá durado poco, pero para mi fueron varias horas. Candela me preguntaba por el color de su pelo y otras bobadas del estilo. Yo sentía que las mejillas me iban a explotar antes del corte. Lo peor me estaba esperando en mi casa: mi hermana me gastó hasta el cansancio

Al día siguiente me encargué de editar el video que ella había grabado: dejé sólo la parte de mi proeza desarmando la almohada. Sobre la parte en la que mandaba saludos, me encargué de grabar un partido de fútbol

1 comentario:

perez dijo...

Es muy tremendamente tierna la anécdota.