viernes, julio 01, 2005

Los verdaderos yeta no perdonan

Ayer tenía una reunión en una institución judía. La bienvenida me la dio uno de seguridad, de riguroso traje y lentes espejados. Era un colorado que apenas lo vi, empecé a sentir su mala onda.

"Este colorado me va a secar", pensé automáticamente. Así que empecé a hacer cuernitos (como Mostaza Merlo), dentro del bolsillo de mi campera. Pasé el interrogatorio de rigor ("¿A dónde vas? ¿Es la primera vez que venís? ¿Tenés documentos?"), siempre haciendo cuernitos, por las dudas.

Pero el colorado se extendía con su intervención y yo sentía que la mala onda iba creciendo. En eso, me pidió si me podía desabrochar la campera y mostrarle la cintura, como para que quede claro que no llevaba un arma (!). "Este colorado me está matando", seguía pensando.

Una vez que terminó todo el episodio y logré entrar a la institución, a la primera persona que encontré en el hall de entrada fue a mi ex novia. Y sí. El colorado me secó. Qué hijo de puta.

No hay comentarios.: