Iba en colectivo y por la ventanilla veía los anuncios de una revista nueva. Se llamaba 'Cosas que atrasan'. No lo podía creer, me habían afanado la idea y la habían transformado en revista. Pensaba en llamar al abogado e iniciar el quilombo correspondiente
¡Urgente al Registro de la Propiedad Intelectual, José! Y guardá que se mudó.
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